Clasificar a la Liguilla del futbol mexicano es una obligación en América, pero hacerlo con regularidad, sin sobresaltos y de forma directa es un mérito que pocos equipos pueden presumir actualmente en la Liga MX. El técnico André Jardine lo ha convertido en una costumbre. Desde su llegada al banquillo azulcrema en 2023, ha dirigido cinco torneos consecutivos, y en cuatro de ellos el club ha sellado su boleto directo a la fiesta grande.

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El empate reciente ante Mazatlán (2-2), con el gol salvador de Brian Rodríguez de último minuto, volvió a dejar a las Águilas con un vuelo alto en la pelea por el liderato del certamen y, al mismo tiempo, confirmó su clasificación directa con 31 puntos, cifra que lo vuelve inalcanzable en la tabla para quienes pelean un puesto de fase final.

André Jardine, un experto de la fase regular

La rutina institucional ha puesto al conjunto azulcrema en la parte más importante del torneo de manera automática. Fueron 40 puntos en el Apertura 2023 y 35 en el Clausura 2024, ambos con liderato incluido; también sumaron 34 unidades en el Clausura 2025, que le valieron el subliderato y ahora, 31 puntos en el Apertura 2025, con dos partidos aún por disputar ante León y Toluca, cifra que ya le garantizó su cuarto pase directo a la fase final. Solo el Apertura 2024, condicionado por lesiones y un bajón colectivo, lo obligó a pasar por el Play-In con 27 puntos. América no sufre para clasificar y ha convertido los primeros lugares en su zona natural en cada semestre.

Jardine va por su segundo mejor torneo

América suma 31 puntos actualmente con dos jornadas por disputarse. Si gana sus duelos ante La Fiera en el estadio Ciudad de los Deportes y los Diablos Rojos en el Infierno, cerrará con 37 unidades en total, lo que sería su segunda mejor fase regular bajo la gestión de Jardine y una de las mejores de últimos tiempos para el club.

Con ello, superaría los registros de 35 y 34 puntos de torneos pasados, que reafirmaría su consistencia como equipo en años recientes. El reto ahora será mantener ese ritmo en la Liguilla, una fase donde el brasileño ha aprendido a convivir con la presión y a ajustar en el momento justo. Su récord en fase final con tres títulos y cuatro finales consecutivas, respalda su eficacia.

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