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Fecha

13, julio 2025 - 9:08

┃ José Ángel Rueda

Domino africano en el Medio Maratón de la CDMX. Foto: Oswaldo Figueroa

Domino africano en el Medio Maratón de la CDMX. Foto: Oswaldo Figueroa

Cuando en la Ciudad de México se escucha una intensa cabalgata en plena madrugada de domingo, significa que las calles fueron conquistadas por las veloces pisadas de los runners. El Medio Maratón significa eso, una combinación de sonidos y adrenalina que se extiende por poco más de 21 kilómetros y es capaz de congregar a 30 mil corredores.

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Impulsados por el lema de “mensajeros de la paz”, como aquellos painanis que llevaban a pie los mensajes de paz a los pueblos vecinos, en los tiempos de los mexicas.

Recién amanecía cuando en las inmediaciones de la Torre del Caballito se congregaron los miles. Varios grupos que esperaron la salida de acuerdo a su color.

Antes de eso el Paseo de la Reforma era un hervidero de runners que calientan, el olor de las pomadas, y la tensión acumulada antes de la salida.

Los primeros que salen, y también los que llegan. Son los competidores en sillas de ruedas, junto a ellos los débiles visuales y días guías, un camino dispuesto para ellos.

Después vienen los corredores élite y después un contingente numeroso que para esta ocasión estuvo vestido de verde, una playera cuyo simbolismo representa a la fortaleza del quetzal. La mítica ave que da vida a esta edición del Medio Maratón y que también está plasmada en las medallas. Que esperan del otro lado del Paseo de la Reforma. El lado más solitario de todos, al cual solo se llegará 21 kilómetros después.

El flujo de corredores avanza entre la gente que grita, o que muestra sus carteles, o que hace sonar sus trompetas y bocinas. Los mensajes llegan de distintas formas. El ánimo también se da entre los runners.

No es un silencio absoluto el que da eco a las zancadas. Entre ellos se apoyan y se dicen cosas que supone gasolina mientras el recuento de kilómetros se muestra en los carteles, un arma de doble filo, ¿apenas o ya mero? Es la pregunta que se hacen todos.

Martín Kiprotich y Marion Kibor, los ganadores del Medio Maratón de la CDMX

Entre la salida y la llegada hay poco más de 21 kilómetros, o visto en el tiempo, poco más de una hora. Es lo que necesitan los corredores élite para llegar a la meta. En esta ocasión fue Martín Kiprotich el ganador del Medio Maratón. El corredor de Uganda salió de las profundidades del Bosque de Chapultepec y enfiló por Reforma. Con el Ángel de la Independencia de frente, para detener el cronómetro con un tiempo de 1:03:22.

Un descuido de los organizadores impidió que pudiera romper la banda a su llegada, ese momento soñado. Detrás de él llegó el keniano Edwin Kiptoo, con un registro de 1:03:28. Completó el podio Leonard Langat, con marca de 1:05:49.

Aunque los espectadores que estaban a los costados reconocieron a los ganadores, fue cuando llegaron los primeros mexicanos que realmente explotó el Paseo de la Reforma. Jorge Luis Cruz cruzó la meta con un tiempo de 1:07:49.

En la rama femenil el dominio también fue extranjero. Marion Kibor, de Kenia, se llevó la medalla de oro con una marca de 1:12:48, mientras que Daizy Ruto, también de Kenia, y la mexicana Kathya García Barrios, completaron el podio, con marcas de 1:15:36 y 1:19:19, respectivamente.

La meta en este tipo de carreras funcionan como un gotero. Primero son pocos los que llegan, hasta que el filtro termina por romperse y la cascada de corredores parece infinita.

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La entrega de medallas estuvo a cargo de Javier Peralta, titular del INDEPORTE; Héctor García Antonio, coordinador Técnico de Cultura Física y Deporte del Instituto Mexicano del Seguro Social, además de los representantes de los diversos patrocinadores del Medio Maratón.