La fiesta en el estadio Más Monumental fue completa. Argentina goleó a Brasil, su más odiado rival, con un contundente 4-1 y de paso celebró su clasificación matemática al Mundial del 2026. El equipo argentino incluso ya había clasificado desde antes de empezar el encuentro gracias al empate entre Bolivia y Uruguay, pero había que dejar claro que en estas eliminatorias mandan ellos, y nadie más.

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Por años, Brasil se paró ante Argentina impulsado por su historia. El pasado glorioso le bastaba para imponer condiciones y de alguna manera mirar por encima a su máximo rival sudamericano. La albiceleste, sin embargo, ha logrado cambiar la inercia y hoy los tiempos le sonríen; juegan bien, golean, todo les sale.

Argentina jugó ante su gente con la soltura de saberse clasificada. Eso no impidió que salieran al campo de Núñez con el cuchillo entre los dientes. Los dirigidos por Scaloni mordieron desde el principio y encontraron el camino en ese juego férreo. Apenas al minuto cuatro encontraron el primer gol en la figura de Julián Álvarez, que sigue en estado de gracia, alimentando la teoría de que sus pies tienen alguna especie de imán, dispuesto a jalar cualquier rebote y mandar el balón al fondo de las redes.

Si el gol tempranero ya pintaba un desastre para Brasil, la sensación aumentó al minuto 12, cuando Enzo Fernández cerró bien la pinza y la mandó a guardar. Con el resultado a favor, Argentina apeló al futbol para neutralizar a sus rivales. La armonía de la albiceleste era manifiesta y solo un exceso de confianza por parte del “Cuti” Romero frenó el ímpetu. El defensor perdió la pelota en la salida y Cunha aprovechó para recortar distancias al minuto 26.

El gol, sin embargo, no terminó por cambiar demasiado el rumbo del partido y Argentina retomó el dominio y esperó pacientemente su oportunidad para ampliar la ventaja. No tardó mucho en llegar el gol que nuevamente le permitía poner un trecho importante. Fue Mac Allister quien apareció sin marca y aprovechó un pase tremendo de Enzo. El mediocampista llegó a la cita dentro del área y definió por encima del arquero.

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El tanto, al minuto 37, terminó con la poca moral que le quedaba a Brasil y confirmó lo que ya se sabía desde el comienzo: al partido le sobraba tiempo. Argentina no quitó el pie del acelerador y al 71, Giuliano Simeone aprovechó un buen pase de Tagliafico para marcar el cuarto. Fue tan amplio el dominio que ni siquiera hubo las tradicionales tánganas, acaso algún reclamo de Otamendi a Raphinha por aquella amenaza, una supuesta paliza que nunca llegó, o sí, pero al revés. Argentina, sin Messi, ya está en el Mundial, dispuesta a defender su corona. Brasil, mientras tanto, aún tendrá que pelear un poco más para asegurar su boleto, al caer al cuarto lugar de la clasificación.