El último adiós de la máxima figura del América estuvo lejos de ser monumental como lo merecía historia. La familia de Cristóbal Ortega decidió hacer un evento íntimo, en el que solamente ellos y los más allegados al futbolista pudieran entrar.

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Los medios de comunicación se quedaron afuera, no pudieron transmitirle el sentimiento de los que se dieron cita en el lugar a todo el americanismo que pretendía decirle adiós al mayor referente amarillo.

Las figuras comenzaron a arribar desde cercanas las cinco de la tarde. Leyendas como Juan Hernández, Vinicio Bravo, Guillermo Naranjo, Gonzalo Farfán, Ceni Padrón, Carlos Reinoso, entre otros, fueron los que desfilaron para darle la despedida final al hombre que siempre tuvo palabras de aliento para ellos.

El momento clave fue cuando Alfredo Tena llegó al inmueble. Claramente golpeado por la noticia, el Capitán Furia decidió acercarse con los presentes a dar unas últimas palabras al que él mismo consideró como el “máximo americanista de todos”.

Su voz se cortó por algunos minutos y es que entre 2024 y 2025, grandes amigos como Cristóbal o el propio Fanny Munguía, se le adelantaron para, poco a poco, dejarlo como la única leyenda del olimpo crema que se mantiene entre los vivos.

¿Qué dijo Alfredo Tena sobre la muerte de Cristóbal Ortega?

“Muy triste y muy dolido, la verdad, siempre fue un gran compañero, mejor persona y a alguien a quien le pude decir amigo”, mencionó el ex 4 del América, claramente mermado por la noticia.

“Los dejo porque quiero estar un buen rato con mi amigo”, dijo el Capitán Furia antes de retirarse rumbo al par de capillas donde Ortega fue velado en el sur de la Ciudad de México.

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El desfile de carros continuó. Algunos decidieron cerrar las ventanas, otros pasar de largo, solamente les importó llegar al lugar donde Ortega cerró su vida y donde inauguró el olimpo del americanismo.

El tiempo se hizo largo en el velatorio. La lluvia comenzó para apagar el ánimo, pero jamás sacudió el sentimiento de ex futbolistas, directivos y hasta médicos del club, que llegaron conforme el sol se metía.

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Así fue el último adiós de Cristóbal Ortega, con poca gente como lo quiso su familia y lejos de los reflectores, como al propio 11 le gustaba, aunque el sentimiento siempre estuvo cerca de su última morada.