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5, agosto 2024 - 14:18

┃ José Ángel Rueda / ENVIADO

Duplantis se quedó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos / Foto: AFP

París.- Para quien ve a Mondo Armand Duplantis competir, la experiencia solo resulta completa cuando atleta cae al colchón y sale disparado a la grada a celebrar con sus padres. La rapidez de su reacción es proporcional a la hazaña lograda. Minutos antes de superarse a sí mismo con su salto de 6.25 metros, Mondo había asegurado la medalla de oro en el salto con pértiga de los Juegos Olímpicos de París 2024 y había roto el récord olímpico. Su reacción, sin embargo, fue mesurada, aún faltaba lo mejor. Fue entonces que vino el salto de la gloria y el atleta dio rienda suelta a la celebración.

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Aunque Duplantis suele salir a la pista con el resto de sus compañeros, el sueco va mentalizado para la larga espera que supone esperar a que sus rivales se eliminen y entonces sí quedar como único protagonista. La gente espera el momento con devoción, consciente de que cada segundo en los que no ocurre nada valdrá la pena.

Cuando finalmente Mondo quedó como el único capaz de súper los 6 metros, la competencia fue contra él. El sueco apuró su salto de 6.10 con el que aseguró el oro, y luego anunció que buscaría la frontera de los 6.25 metros, es decir, apenas un centímetro por encima de su mejor marca.

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La grada, para entonces repleta, celebró la oportunidad de asistir a un momento histórico y los ojos nunca más desenfocaron a Duplantis. El sueco suele ser un constructor de atmósferas. Cuando se ponen en la lista, con la garrocha en la mano, levtanta los brazos para pedir el apoyo. La gente les responde con aplausos, como si fueran viramina. Los gritos crecen a medida en la que el atleta se acerca a toda velocidad a la colchoneta. El estruendo acompaña el desenlace del salto, si no hay suerte el estadio entero emite un lamento seguro del aplauso para reconocer el esfuerzo.

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Mondo falló sus primeros dos intentos por pequeños detalles. Su cuerpo superó sin problemas la varilla, pero sus manos, en un movimiento busco, la tiraron.

Para quien conoce a Mondo y sus alcances, no es raro pensar que el atleta está reservando su mejor salto para el final, la tercera oportunidad, por tanto la última. Las cámaras apuntan a su cara y en su gesto no se ve preocupación alguna. Entonces viene su intento y Duplantis los supera sin problema. La técnica es perfecta, con las manos recogidas, el cuerpo arqueado, y una altura que parece ir sobrada para decirnos que esto no acaba acá, que el oro en París es la continuación de la medalla de oro en Tokio, y así, hasta el infinito. Ya enfundado en la bandera de su país, Mondo dio la vuelta olímpica, nunca tanto como ahora. A su lado van el norteamericano Sam Kendricks y el griego Karalis, dueños de la plata y el bronce con registros de 5.95 y 5.90.

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