La bella tonada invita a cantar una de las canciones clásicas de Luis Miguel: “es la historia de un amooooor como no hay otro igual…Que me hizo comprendeeeer, todo el bien, todo el mal”.

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En el metro de París, esta música es común de escuchar dentro de los vagones del tren. Un hombre virtuoso del acordeón se subió en la Línea 12 del metro de la ciudad con dirección a Marie d’Aubervilliers y comenzó a tocar. Sus movimientos eran sutiles y sonreía, mientras uno que otro mexicano tarareaba la canción de El Sol en su mente y quizá se le escaba una pequeña estrofa. Y no era para menos, pues esa rola es de las consentidas en suelo tricolor y su éxito ha llegado hasta a Francia, donde hay personas que se ganan la vida con esa música.

Su pequeño concierto duró alrededor de tres o cuatro estaciones, alrededor de 10 minutos. El hombre tenía un repertorio que ofrecer para ganarse una moneda. Cuando acabó con Historia de un amor, hizo un pequeño silencio que en términos musicales siempre antecede a una nueva explosión de alegría.

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El personaje del acordeón tomo su instrumento y volvió a sonreirle a su público. Sí, escaso, porque el metro parisino no tiene las aglomeraciones ni el bullicio de su versión en la CDMX, pero fiel hasta que algunos llegaron a su destino.

No solo sonó Luis Miguel en su “mini concierto”

La nueva canción era también reconocible: “Una mattina mi son’ svegliato O bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao, ciao”.

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El músico cada vez lucía más animado, estaba sonriente porque estaba ejerciendo su pasión con libertad. Ningún policía lo incomodó ni obligó a parar para llevárselo detenido.

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En cambio, embelleció un trayecto hacia las afueras de la ciudad. Al final pasó a cada uno de los lugares de los usuarios para pedir una moneda. Recibió dos euros (40 pesos) aunque el recital bien pudo valer más.