El americanismo tuvo un motivo muy especial para tomar las calles de la Ciudad de México. El histórico bicampeonato de la Liga MX fue el pretexto perfecto para apoderarse del Ángel de la Independencia. El monumento más emblemático de la capital mexicana fue el escenario donde orgullosos de su equipo, los aficionados del América gritaron a todo pulmón: “¿En dónde están? ¿En dónde están? Esos azules que nos iban a ganar”.

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Con el partido aún en curso, unos pocos seguidores del ave comenzaron a llegar al lugar en Paseo de la Reforma. Pendientes de su equipo, un par de celulares fueron la única vía para enterarse del destino de su equipo en la final ante Cruz Azul. Mientras su equipo buscaba coronarse a kilómetros de distancia, las banderas y los jerseys azulcremas comenzaron a llegar.

El nerviosismo estuvo a tope con el penalti marcado en el Coloso. El cobro de Henry desató la euforia de unos 15 aficionados, que paulatinamente se convirtieron en miles.

Antes del silbatazo final la fanaticada se multiplicó. Cuando el título se hizo realidad, sin esperar al cierre de la vialidad, los americanistas se lanzaron a festejar. Los gritos de “Olé, olé, olé, olé. ¡Campeón! ¡Campeón!”, tomaron fuerza con el correr del reloj.

Los comerciantes también estaban esperando el momento para sacar ventaja. Los globos amarillos, las playeras con la leyenda de “Campeón Clausura 2024” ya estaban listas. Pese a tratarse de la vía pública, los vendedores de ‘Chelas’ aparecieron por montón, inclusive un par de mixólogos comenzaron a ofrecer azulitos y micheladas a la multitud.

A nadie le importó la lluvia de espuma, los empujones, el éxtasis de ser monarcas por segunda ocasión consecutiva opacó cualquier queja. Varios grupos de turistas que llegaron en grupo para apreciar la obra arquitectónica que es el principal atractivo de la urbe no preguntaron y al ser contagiados por los más eufóricos se unieron a los brincos y porras durante un par de segundos.

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Los aficionados del América más burlones no dejaron pasar la chance de cantarle con mucho sarcasmo a los celestes. “Dime si tú quisieras andar conmigo”, el himno que adoptaron gracias a Martín Anselmi. Antes de la media noche Paseó de la Reforma se pintó de amarillo en su totalidad, desde la Glorieta del Ahuehuete hasta la Diana Cazadora. El americanismo no durmió este domingo, la 15 está en casa.