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27, abril 2024 - 6:00

┃ Héctor Alfonso Morales

Esther Mora, exfutbolista mexicana y mundialista con México en 1971 / Cortesía Esther Mora

Los recuerdos futbolísticos de Esther Mora (Ciudad de México, 1958) no salen de su memoria, sino del corazón. Cuando habla de sus vivencias en el balompié, confiesa que siente frescos aquellos momentos que la convirtieron en la primera jugadora en anotar en el Estadio Azteca y también en la pionera en ir a jugar al futbol europeo.

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Esther aún tiene presente, como ella mismo lo dice: en “el alma”, su capacidad para tener el balón pegadito al pie, quitarse rivales y anotar tal y como lo hacen los máximos virtuosos de este deporte.

“Hacía cosas en la cancha que los niños no podían, podría driblar, ser habilidosa y anotar, ésa era mi magia”, relata orgullosa en entrevista con ESTO y participará en Leadership Woman Football Mexico del 30 de abril.

Su andar tuvo un obstáculo principal: Mora jugó en una época donde ver a una mujer demostrar habilidades en el futbol era sui géneris y no había una estructura sólida como la actual Liga MX Femenil para potenciar su talento. En los 60 y 70’s del siglo pasado, Pelé era el rey del futbol varonil, pero Esther bien pudo ser la reina de la rama femenil, por lo menos, lo era en México.

Los primeros contactos de la goleadora con el futbol fueron como si se tratara de un mandato del destino. Desde muy pequeñita, el esférico y ella forjaron un vínculo indivisible que tiene tintes de perpetuidad.

“Yo inicié a jugar a los seis años. Obviamente no había fútbol femenil. Se dio que un padrino tenía equipos de futbol infantiles y en uno de ellos participaba mi hermano. Entonces, desde ahí, me nació mucho la pasión por el fútbol”, describe.

“Yo no faltaba a ninguno de sus partidos. Me ponían a jugar con los niños. Y a mi padrino le llamó mucho la atención la capacidad que tenía para conducir el balón, para practicar el deporte. Para mí era una ilusión poder jugar dentro del equipo. Pero no lo permitían porque era mujer”, señala.

Cortesía Esther Mora

EL GOL DE MORA EN EL AZTECA, NO SE OLVIDA

Pero su calidad pudo más y siguió. Esther hacía goles y más goles. La cuenta de sus anotaciones no la llevaba, pero hay dos tantos “que guardo en el alma”. Los cuenta gustosa, con lujo de detalle, porque la felicidad de esos momentos aún no se diluye en su rostro.

Creo que (meter un gol) es la sensación más grata, ¿no? Porque ese es el objetivo del fútbol, poder anotar. Y eso me llenaba de mucha satisfacción, de mucho gusto poder hacerlo, porque podía. Con los niños estuve campeona tres años en el goleo, pero el gol que me marcó y que lo traigo en el corazón, en la mente toda la vida, fue cuando el primer gol que anoté en el Estadio Azteca siendo mujer. Y donde afortunadamente me convertí en la primera mujer en anotar en nuestra emblemática casa del fútbol y jugando con varones todavía”, refiere.

¿Cómo fue ese gol? “Fue un tiro de esquina que se le pasó al portero, no lo alcanzó, yo estaba retrasada, había dos o tres jugadores, incluso de mi equipo, y, obviamente, los defensas, contrarios. Y no sé en qué momento me barrí y entró ese gol. Entonces, pues para mí fue muy grato, porque esa vez que jugamos ahí en el Estadio Azteca. Entonces, eso fue todavía súper grato, porque jugué con una categoría mayor que yo. Y el haber logrado eso, hasta los niños se sorprendieron, porque en algunas fotos en el periódico se ve ya la diferencia de estatura con respecto a los niños”.


LA OPORTUNIDAD EUROPEA

En 1975, Esther Mora emigró al futbol de Italia con el Alaska Lecce, ya que en México no había un fomento real al balompié de mujeres, sobre todo, después del Mundial femenino de 1971, que careció del reconocimiento de la FIFA. Ir a Europa también fue un desafío para la atacante.

“El equipo que participó aquí en el Mundial, se le abandonó de cierta manera. El equipo ya tenía una estructura muy buena. Ya teníamos tiempo jugando juntas. Entonces, decidimos ya no estar como selección. Decidimos mantenernos como un equipo que se llamó Mundialistas. La persona que nos dirigía, recibió una invitación para ir a jugar a Italia”, rememora.

“Cuando llegamos a Italia, tuvimos un entrenamiento antes del primer juego. Yo tuve distensión de ligamentos del tobillo en el primer entrenamiento y no podía jugar. Dije, ‘no, siempre va a haber obstáculos que te marcan’. Pero era tanto mi afán que yo permitía que me infiltraran para poder jugar. Y aunque después de que pasaba el efecto eran dolores tremendos, mi pasión era jugar. Ahí, la persona que me contrató le agradó mi dinámica y mi individualidad. Cuando terminamos esa gira, él me hizo la invitación para jugar profesionalmente ahí en Italia y era todo lo que deseaba.

Cortesía Esther Mora

Mora no piensa ni un segundo qué era lo atractivo de irse a jugar al extranjero: “vi un fútbol diferente cuando estuvimos ahí. Vi otra organización diferente. Vi que había más atención que la que tenemos aquí. O sea, se me vinieron muchas cosas en mente. Pero la principal fue un objetivo que yo decía, como mexicana, pues tengo que hacer algo que resalte aquí. Ese era mi objetivo. El hacer algo diferente y que diera frutos a mi carrera”, afirma.

Sin embargo, no se salvó de comentarios despectivos, sobre todo, porque carecía de una estatura elevada físicamente. A esos dichos en su contra, también se sobrepuso.

“Me quisieron minimizar mi estatura, mi delgadez, y demostré que no hay límites en el fútbol. Recuerdo mucho cuando se me entregó el reconocimiento como la mejor extranjera. Para mí fue un orgullo, y lo digo porque era algo para mi país. Me siento orgullosa de ser mexicana. Haber logrado algo que, por mis propios medios, porque en ese tiempo no tenía yo ningún apoyo, excepto el de mi familia. Esos son los momentos que me han llenado mucho el alma”, presume orgullosa.

Pasados los años, Esther Mora sabe que abrió camino en el futbol femenino. Hoy, tiene la confianza de que las mujeres en México tienen mucho por crecer con el impulso de la Liga MX Femenil.

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