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30, noviembre 2023 - 19:45

┃ Alland Jhonnathan

Fue poca la afición que llegó temprano al Cuauhtémoc. FOTO: ERIK GUZMÁN

Con boletos aún en las taquillas del Estadio Cuauhtémoc, La Fiesta Grande de la Liga MX regresó a Puebla; pero fue como sino lo hubiera hecho porque el ambiente en la previa al Club Puebla-Tigres UANL dejó que desear, pues era más como un partido de fase regular y no de Liguilla.

Tal vez las experiencias pasadas, donde el Puebla FC generaba altas expectativas en la víspera a las finales y a la hora de la verdad el azul y blanco se iba a la primera de cambios fueron el motivo para que la fanaticada esta vez se lo tomara con calma.

Sí, los fantasmas de aquella serie de cuartos de final del Torneo Apertura 2022 contra las Águilas del América siguen calando. Sí, aquella del 11-2; más cuando el rival en turno supera por mucho, en nómina o costos, al modesto Puebla FC.

Hasta los grupos de animación de La Franja, quienes en la previa prometieron pasillo para recibir a su equipo tipo Champions League, se ausentaron de las inmediaciones del dos veces mundialista, donde los campeones Tigres de la Autónoma de Nuevo León llegaron como en casa y los camoteros sin recibir ese aliento fundamental del jugador número 12, en noches como la del jueves.

PUEBLA EN LIGUILLA ¿ES YA SOLO UN NEGOCIO?

Aunque por ahí se rumoró que no hubo pasillo ni serenata porque un directivo del Club Puebla “no aflojó” los pases para los músicos de las barras y usted lo sabe… sin música no hay baile y sin baile cero fiesta.

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Así es esto en un futbol donde cada día se sopesa más el negocio que el romanticismo en el ánimo de acrecentar el amor a los colores al azul y blanco.

Vaya, si usted no cree en lo desangelado de la fiesta nada más faltaba con ver el recibimiento previo a los dos clubes, pues ahí hubo más elementos policiales custodiando la fiesta que fanáticos apoyando.
Todo esto cuando el futbol Gourmet de la Liga MX volvió al dos veces mundialista tras un año de ausencia.

Igual el animo no se trató del mejor por la hora del partido, 19.00 horas, justo cuando la gente está saliendo del trabajo y el trasladarse al Estadio Cuauhtémoc es cada vez más un suplicio en una ciudad que crece, crece y crece como lo hace toda megalópolis.