La rivalidad entre América y Pumas se comenzó a forjar desde la polémica venta de Enrique Borja rumbo a Coapa. El tiempo pasó y compartir ciudad solamente enardeció el pique, pero el punto de inflexión fue la final que ambos disputaron en la temporada 84-85. Águilas y felinos arribaron a la disputa del título con dos realidades diferentes, la UNAM como el mejor equipo del campeonato, los azulcremas desde el cuarto sitio.

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Ambas plantillas lucieron con jugadores que ahora mismo son considerados leyendas.

El primer choque, en el Azteca, Alberto García Aspe adelantó a la visita, pero Carlos Hermosillo logró empatar el duelo. La vuelta, ante todo pronóstico, terminó igualado y con una tragedia en el túnel 29 del Olímpico de Ciudad Universitaria.

Un tercer encuentro, desarrollado en campo neutral, el estadio La Corregidora de Querétaro, terminó con los cremas con el que significó su estrella número nueve.

Protagonista en el punto clave de la competencia entre ambos grandes del futbol, Eduardo Bacas recordó aquellos encuentros. En charla con ESTO, el argentino, pese a lo lejana de esa época, lo recuerda como si fuese ayer. “Fue hace tanto tiempo, pero todavía lo recuerdo, una final con mucha intensidad. Siempre que se enfrentaban estas dos grandes instituciones salían grandes partidos. Pumas siempre con dinámica impresionante, jugadores jóvenes, de cantera, creo que solamente Tuca era el único extranjero. Terminamos jugando en La Corregidora, los dos primeros partidos fueron bravísimos, dominio de Pumas por momentos, dominio de América en otros y nos fuimos empatados; el segundo en CU fue duro, intenso, se suspendió por un problema que todo mundo se acuerda, tuvimos que salir a Querétaro y fue más cómodo para nosotros los futbolistas, de noche, fue lindo y hermoso porque nos quedamos en la historia del club”.

BACAS TUVO EL TIRUNFO EN SUS MANOS

Lalo sabe que tuvo el triunfo americanista en CU. “Sabemos la ventaja que tenía Pumas, eran líderes, conjuntaron buenos jugadores, de cantera, algunos con experiencia, pero estaba Memo Vázquez, Amador, Serví, Tuca, García Aspe, te pasaba por encima, muy bien preparado, pero digo, un equipo fuerte, dinámico, con lucha, defensivamente se manejaba muy bien, para nosotros fue muy complicado, jugábamos un ritmo distinto, nos obligaron en ese momento a su estilo. Aspe hace el gol en la ida y Hermosillo lo empata; en el segundo partido nos defendimos más, no nos daba respiro, mira lo que es la vida, en aquel domingo, yo, en una devolución con Cristóbal (Ortega), me quedo sólo y se la entrego en la mano al portero, lo dejé escapar”, remembró.

La polémica inundó aquella final, el trabajo arbitral de Joaquín Urrea siempre fue criticado. “Mucha gente, hasta el día de hoy crítica. La pelota creo que le pega a Tena, no sé si en la mano, el penalti que pide Pumas no siento que sea. Después nos marca uno a favor, está bien, pero era un gol de diferencia, creo que aquel partido hay que verlo bien, el América juega bien, contragolpea bien, en uno de los contragolpes llega Brailovsky y después el gol de Hermosillo”, dijo y señaló a la usanza como lo que más le faltaba a la UNAM. “En aquel partido, por la experiencia que teníamos, de ser jugadores más grandes, supimos manejar el tiempo, supimos quedarnos con el partido hasta el penalti en la discusión de Pumas, fuimos el mejor equipo y por eso fuimos campeones”, remató.

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