Los Cardinals firmaron la sorpresa de la semana al derrotar 16-28 a los Cowboys, uno de esos equipos que llegaba con etiqueta de contendiente al título. Comandado por Joshua Dobbs, Arizona mostró cosas interesantes para poner en apuros a Dallas. Esta vez no dejaron ir la ventaja, como el partido pasado frente a los Giants.

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La semana para los Cowboys comenzó mal desde la lesión de Trevon Diggs, como si un aire enrarecido frenara el ímpetu de un equipo que en el arranque de la campaña había destrozado a los Giants y a los Jets y llegaba ante los Cardinals con la etiqueta de mega favorito.

Pero ya se sabe que en la NFL nunca hay nada seguro. Arizona tiró de amor propio y también de talento, porque es un equipo que tiene sus virtudes. Durante la primera mitad, los Cardinals lograron mover el ovoide por tierra y los pases de Dobbs fueron una constante amenaza ante una defensiva que no logró imponer el dominio acostumbrado.

Con par de acarreos de James Conner y Rondale Moore, Arizona logró ponerse arriba en el marcador ante la mirada atónita de los Cowboys. La línea defensiva parecía como mantequilla ante las carreras de Arizona, todas prolíficas.

Tras varias series sin poder concretar en las diagonales, dejando la responsabilidad a su pateador Brandon Aubrey, los Cowboys anotaron su primer touchdown.

Lejos de tomar ritmo, a la ofensiva de los Cowboys le costó encontrar la fórmula para imponer sus condiciones. No así a la de los Cardinals, quien aún se dio el lujo de poner dos goles de campo.

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Con la ventaja y el apoyo de su público, Arizona jugó con la desesperación de los Cowboys. La presión una vez más se apoderó de Prescott y como siempre ocurre en ese escenario, el mariscal de campo cometió errores y quedó a deber a la hora buena. Dallas solo fue capaz de acercarse a través de goles de campo, sin embargo, los Cardinals liquidaron las acciones con un touchdown de Marquise Brown. Con el partido en el alambre, Prescott fue interceptado en zona roja, un reflejo de que hay cosas que nunca cambian.