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Mira

21, mayo 2023 - 20:41

┃ Miguel Ángel Mujica

La afición americanista espero el autobús del América. Foto: Luis Garduño

A los aficionados no le importó la lluvia. La fiesta en América fue todo un espectáculo. Miles de latidos se convirtieron en uno solo, la llegada del más ganador en la historia de la Liga MX no podía ser de otra manera.

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La música de trompetas, el alma de los aficionados y el arribo de los convocados por Fernando Ortiz se convirtieron en uno mismo, el pueblo azulcrema convivió con un objetivo fijo: el pase a la final.

La ocasión fue perfecta. La Monumental llamó a las masas y estas respondieron como debían, con apoyo y recordatorio del rival al que se iban a enfrentar. No era para menos, Guadalajara, ese equipo que en Coapa no es bien recibido, fue el rival a vencer en una antesala que separó al país por completo.

Los aficionados se organizó desde horas antes. Los puestos de comida estuvieron a tope antes de las cinco de la tarde, una hora más tarde, el hervidero de la pasión se confirmó a un costado de la puerta tres del Coloso de Santa Úrsula.

Las gotas de lluvia comenzaron a caer, pero ni así se apagó el ánimo. La imagen de Héctor Miguel Zelada y Alfredo Tena con el trofeo que las Águilas le quitaron a las Chivas en el torneo 83-84 y la leyenda “tu villano favorito” esperaba a un camión que tardó más de lo normal.

La portada del ESTO de la Final del Siglo apareció en varias playeras.

A lo lejos, el camión se comenzó a visualizar unos minutos después. La banda apretó con fuerza. “¡Vamos, vamos América, que esta noche, tenemos que ganar!” retumbó junto al transporte que trasladó a los jugadores desde el hotel de concentración hasta el estadio. Algunos jugadores se dejaron llevar por la emoción y observaron de pie en el autobús.

TANO ORTIZ AGRADECIÓ

Fernando Ortiz se asomó por un segundo a agradecer la motivación extra. Su grupo de jugadores escuchó el aliento y continuó con la tonada adentro.

“¡El que no brinque es un Chiva maricó…” continuó!

El camión se tambaleó por los múltiples hinchas que acompañaron durante todo el transcurso hasta la puerta de entrada. La gente no le falló a su equipo y los policías pudieron hacer muy poco para interponerse entre ese romance perfecto.

Una vez entrado el camión, la multitud se deshizo en un abrir y cerrar de ojos. La tormenta se soltó por completo, pero dejó el color de un Clásico diferente, uno de eliminación directa, con boleto a una final y el orgullo, como siempre, en juego.

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