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7, agosto 2022 - 15:21

┃ José Ángel Rueda

barcelona

Dani Alves pasó de la fiesta a la pesadilla en apenas minutos. La sonrisa que el jugador brasileño esbozó durante el merecido homenaje que le dedicó el Camp Nou se convirtió en el rostro serio de quien está del otro lado de la cancha. La ilusión del equipo universitario, invitado de lujo en la fiesta del Barcelona y su tradicional trofeo Joan Gamper, duró apenas tres minutos, tiempo suficiente para que el equipo culé abriera el marcador y diera paso a una puesta en escena que terminó con un contundente 6-0 y un baile que representó un duro golpe de realidad para los reforzados Pumas, contendientes a todo en México. A veces no hay parámetro que valga.

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El Barcelona salió a lo suyo, a disfrutar su fiesta, como si las palabras previas de Dani Alves donde alertaba de lo blanco de la playera de los Pumas hubieran generado un instinto demoledor, en un color poco querido en ese territorio. Apenas rodó el balón, el cuadro culé buscó generar peligro por las bandas, hasta que entendió que la recompensa estaba por el medio. Pedri, ya bajo los dominios del dorsal ocho, como si hiciera falta un último parecido con Iniesta, se dio vuelo entre líneas. Con él llegó el pase que lo cambió todo, en un balón a profundidad a la llegada de Lewandowski. El polaco se quitó a González y ya sin ángulo, desde la izquierda, mandó el balón al fondo de las redes para marcar su primer gol vestido de azulgrana, como si sólo el número 9 en su espalda, recién recuperado, le diera esas facultades de anotar desde cualquier lugar.

El gol tempranero, lejos de espabilar a los Pumas, hizo más grande el pánico escénico, ni siquiera amortiguado por los gritos de Lillini, el técnico que tiene en la garra su mejor sistema. El Barça olió sangre y apenas dos minutos más tarde quiso mandar el mensaje de equipo demoledor.

Entonces Lewandowski mostró su otra faceta, la de habilitador, y con sutileza devolvió la cortesía a Pedri, con un balón que partió la defensa en dos antes de que el mediocampista se librara del arquero y marcara el segundo.

Incapaz de medir sus fuerzas, sin saber si la distancia en el marcador era real o producto de un mal día, o del entorno, o de una pesadilla, Pumas fue superado en todas las facetas, incluso en la intensidad, una situación imperdonable en un equipo que busca defender el orgullo en tierras ajenas.

El equipo catalán no bajó el ritmo y apenas al minuto 10 hizo posible la goleada, en uno de esos momentos en los que sus extremos se encuentran. Raphinha, por la derecha, mandó la diagonal retrasada a Dembélé. El francés definió de primera con un disparo inapelable que se coló pegado al palo izquierdo de González. Como si no fuera suficiente, diez minutos más tarde, el Barça dio un último tirón antes de bajar el ritmo, y una nueva asistencia de Lewandowski, ahora de tacón y ante la displicencia de la zaga felina, encaminó a Pedri rumbo al área. El mediocampista se quitó la marca y definió bien ante la salida del arquero.

Los Pumas sólo hicieron presencia al filo de la media hora, cuando ya todo estaba perdido, con un disparo de Gustavo del Prete. El argentino le robó el balón a Araujo y probó con un disparo que Ter Stegen, hasta ese momento inédito, desvió sin problemas. El Barcelona, mientras tanto, respondió con dos jugadas de peligro que terminaron en los postes, como si el destino quisiera ofrecer una tregua.
La pausa fue sólo eso, una tregua para los Pumas. Revitalizado por los cambios, el Barcelona reavivó el vendaval y apenas al arranque del segundo tiempo amplió la renta.

Si en la primera mitad Pedri movió los hilos del equipo, en el complemento fue Frenkie De Jong el inventor del juego, como si quisiera mandar un mensaje de pertenencia. Apenas al 49, el neerlandés se combinó con Lewandowski, fiel intérprete de los espacios. El polaco hizo alarde de su juego asociativo y filtró el balón a la llegada de Kessié quien tiró un centro que Aubameyang remató en el segundo palo. Como una copia del inicio del partido, el Barça pudo marcar el sexto, pero Lewandowski no estuvo fino en el mano a mano y los postes una vez más sostuvieron a los Pumas.

Con el marcador como anécdota, ambos técnicos dieron paso a la cascada de cambios, el pretexto perfecto para un último agradecimiento colectivo a Dani Alves. Por el Barça, mientras tanto, ya en la sobredosis de ilusión, debutó Jules Kondé. Con la fiesta en el campo resuelta, la grada continuó con lo suyo. Al bombo que suele hacer eco los domingos en Ciudad Universitaria se le sumaron los cánticos catalanes, y una lluvia de luces marcó los minutos finales.

Al minuto 84, Frenkie de Jong completó la goleada. El mediocampista le robó el balón a Marco García y enfiló solo de cara al marco. Definió de derecha, al poste izquierdo del arquero. Pumas pudo poner el de la honra con un disparo potente de “Jero”, pero Peña cerró la puerta. La fiesta sólo fue azulgrana.

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