ELIHU LLANO

Foto | Reuters

Tras sufrir un derechazo directo en la quijada en su primera defensa titular ante Herbie Hide, Michael Bentt cayó sobre la lona y perdió el campeonato mundial de la OMB, momentos después vino lo peor, pues al desmayarse en los vestidores, tuvo que ser trasladado al hospital de emergencia, donde fue inducido a estado de coma debido a un un coágulo cerebral.

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“Reboté sobre la lona, estaba desconcertado. Me desmayé, tenía el cerebro inflamado y tuvieron que inducirme al coma para que el cuadro no empeore”.

Pese a la gravedad de su salud, su padre simplemente se limitó a decirle al médico que lo desconectaran del coma, ya que estaba decepcionado por la derrota de su hijo ante el pugilista británico.

Y es que a Michael nunca le gustó el boxeo, pero fue obligado por su padre a entrenar en concursos de aficionados infantiles con la esperanza de que se convirtiera en el próximo Muhammad Ali, ya que él nunca logró ser boxeador a nivel profesional y obligaba a su hijo a ver las peleas de ‘The Greatest’ en televisión junto a él.

A nivel amateur, Michael logró ser cinco veces campeón nacional de los Estados Unidos y aún cuando llegó a la división profesional, seguía bajo los entrenamientos de su padre, quien cada vez que lo veía perder desataba su furia al decirle que era un ‘bueno para nada’.

Michael cayó en depresión al cabo de pocos días por no poder complacer a su progenitor, y una noche encontró una pistola en el cajón de su hermano, pero pese a apuntarse a su propia cabeza, decidió no jalar del gatillo.

Bentt se resignó, ya que consideraba que no sabía hacer otra cosa que no fuera boxear y más forzoso que por gusto propio, decidió entrenar para poder subsistir en el mundo de los puños. Ganó sus siguientes 10 combates consecutivos y obtuvo una oportunidad para enfrentar a Tommy Morrison, quien era apodado como el ‘Mike Tyson blanco’; lo derrotó en el primer round por nocaut y se convirtió campeón de los pesos pesados.

Pese a la victoria, Bentt seguía sin sentir pasión por su disciplina y dejó de entrenar por casi un año, pues el único que realmente se sentía feliz era su padre, hasta que finalmente, en su primera defensa cayó derrotado por nocaut en el séptimo round.

Una vez que llegó al hospital, los médicos le encontraron un coágulo en el cerebro y el diagnóstico final fue que no podría volver a subirse a los cuadriláteros, siendo esto una nueva oportunidad de vida para el ex pugilista.

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Luego de su recuperación, la vida de Michael cambió completamente. Ingresó en cursos de literatura y empezó a escribir artículos para la prensa deportiva, incursionó en la actuación y actualmente entrena a actores que deben interpretar boxeadores.

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