José Ángel Rueda

FOTO: Omar Flores

El verde, blanco y rojo de la bandera México dio color a la inmensidad que supone Zócalo capitalino, como un reflejo del lábaro ondeante en todo lo alto de la plaza, fiel testigo de la historia. Y es que la mañana de este sábado precisamente eso se vivió en la CDMX: historia, al romper el Récord Guinness como la Clase Masiva de Boxeo con más participantes en el mundo, al registrar 14,299 personas, superando por mucho las 3,000 que Rusia reunió en el 2017.

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A pesar de la mañana nublada y cierta amenaza de lluvia, el clima no detuvo a los ciudadanos en su afán de dejar su huella en la posteridad. Muy temprano la plancha del Zócalo comenzó a colmarse, como en las noches de fiesta.

El boxeo, uno de los deportes más populares de México, fue el pretexto perfecto para incentivar la actividad física en la población. Desde niños hasta personas de la tercera edad realizaron por más de media hora los movimientos más representativos de la disciplina. Un jab, se escuchaba por las bocinas, un cruzado, un volado. Todos los golpes acompañados por el clásico movimiento de cadera y pies, digno de los mejores campeones del mundo que ha dado nuestro país, muchos de ellos presentes en la clase, como fiel ejemplo de disciplina.

Y es que en un estrado, al frente de la multitud, la figura de ídolos como la Barbie Juárez, la Guerrera Torres, Esmeralda Falcon, Jackie Nava, Andy Ruiz, Terrible Morales, Oscar Valdez, Alacrán Berchelt, David Picasso, entre muchos otros campeones actuales y de otras épocas, motivó a todos los pugilistas temporales.

La clase fue extenuante. Ante la presencia de inspectores del récord Guinness, los participantes no podían dejar de moverse para no ser descalificados. Pese al esfuerzo físico que esto representa, estaban preparados. Desde hace meses en la Ciudad de México se llevaron a cabo entrenamientos para que tomaran condición y pudieran cumplir sin problemas con lo establecido.

Y así fue, a pesar de algunos contratiempos con el sonido, los presentes mostraron su compromiso para efectuar los ejercicios, a veces al grito de México, otras más con los tradicionales conteos, pero siempre pendientes de las pantallas para seguir los movimientos.

El final fue emocionante, en una cuenta regresiva que que culminó con el Cielito Lindo, esa canción que siempre suena en los momentos más importantes del país. La expresión en el rostro de los participantes era de alegria, de misión cumplida, emoción que creció cuando los supervisores de Guinness dieron por bueno el récord y la fiesta fue completa.
México entró en los libros de la historia.

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