RUBÉN BERISTÁIN 

FOTO: LUIS GARDUÑO

San Nicolás de los Garza.- Cada una con su propio estilo. La afición de Tigres totalmente confiada, con el ánimo a tope por estar a un paso de la semifinal del torneo. Mientras que la de Cruz Azul un poco más mesurada, como minoría en el estadio Universitario, pero con una fe máxima en su equipo en esa búsqueda de una nueva remontada que los colocara más cerca de la décima estrella. Así se vivió el ambiente en Nuevo León, con un Volcán con ansias de explotar varias veces en 90 minutos de juego.

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Las playeras del conjunto felino fueron amplia mayoría. No importó de qué temporada o si en el dorsal estaba el nombre de André-Pierre Gignac, Walter Gaitán o Damián Álvarez. El apoyo regiomontano, con ese color amarillo reluciente, deslumbró por cada costado del recinto. “Gana Tigres 1-0 con anotación de Gignac”, expresó un aficionado de tantos junto a su pequeño hijo entre brazos. Ambos son admiradores del delantero francés y confiaron en que podría ser quien finiquitara la serie a su favor.

El ambiente familiar fue el que predominó en San Nicolás. Varias parejas, gente mayor y muchos niños se pudieron observar. Incluso un par de hermanos que llegaron juntos desde Saltillo para disfrutar juntos el juego entre sus equipos favoritos, sin violencia, pero sí con mucha pasión.

“Si gana La Máquina me gano 500 pesos, pero si pierdo me pongo la chamarra de Tigres. Quiero que al menos haya un gol para gritárselo a mi brother”, expresó emocionado uno de los seguidores cementeros. Hasta un aficionado de Chivas perdido en la Sultana acompañó a sus amigos celestes, con alegría de que no sería agredido por ninguna afición.

Varios de los asistentes azules llevaban consigo el recuerdo de Jonathan Rodríguez en su espalda. “Cómo nos haría falta Cabecita esta noche”, y tuvo razón. La ofensiva de Cruz Azul no es tan poderosa como hace un año, a pesar de eso, la confianza por una voltereta con goles de Ivan Morales, Uriel Antuna o hasta Santiago Giménez, era más que gigantesca.

El Volcán se llenó con toda la confianza dividida. Unos para dar un golpe de autoridad y otros para darle la vuelta el marcador, pero ambos con una pasión inquebrantable por su equipo.

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