1, marzo 2022 - 11:21
Messi
Foto: AFP
La historia de Lionel Messi no es solamente miel sobre hojuelas. Se trata de uno de los mejores jugadores de la historia, pero su capacidad de destacar entre las ligas más competitivas del mundo no es tan sencilla, pues de niño tuvo que lidiar con una enfermedad que difícilmente se ve en un atleta. A los 10 años, Messi visitó al endocrino argentino, muy popular en su país, Diego Schwarzstein, pues no era de la altura de los niños de aquél momento y parecía que podía repercutir en su desarrollo futbolístico.
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El problema diagnosticado fue que la hormona del crecimiento estaba limitada, por lo que no solo se queda en la apariencia, sino que puede afectar el desarrollo muscular, el desarrollo también de órganos y cuestiones internas. En casos de los profesionales, no desarrollar la hormona del crecimiento también puede repercutir en que, tras no tener al cien por ciento los músculos, estos son más propensos a lesionarse.
Para mejorar en ese aspecto, Lionel Messi era inyectado todas las noches en las piernas. El argentino relató que “Una vez por noche me iba pinchando la hormona del crecimiento. Iba cambiando de pierna. Primero una, después otra. No me impresionaba. Al principio me la ponían mis padres, hasta que aprendí y lo fui haciendo solo”.
La hormona del crecimiento también ha estado ligada en los atletas al dopaje y mejor desarrollo de los músculos, pero en el caso del ’30’ del París Saint Germain, siempre se trató de un tema que implicaba mejorar su vida principalmente.
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