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21, enero 2022 - 13:00

┃ José Ángel Rueda

Josh Allen

Foto: Bryan M. Bennett/AFP
Conseguir un mariscal de campo franquicia no es una tarea fácil: los Bills comprobaron como ningún otro equipo dicha sentencia. Desde la ya lejana década de los noventa, cuando Jim Kelly comandaba la ofensiva, Buffalo no había tenido un quarterback capaz de ligar tres campañas con marca positiva, hasta que llegó el “General” Josh Allen. El sueño, como lo fue en aquella época, es ganar un Super Bowl.
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Pocas franquicias en la liga están tan ligadas a la tragedia como los Bills de Buffalo. En realidad son pocas las ventanas que se han abierto para finalmente ganar un título. La más importante, sin embargo, fue aquella que comandó la “Ametralladora” Kelly, cuando el equipo llegó a cuatro Super Bowls de manera consecutiva, y por cuestiones del destino no pudo ganarlos.
Aquellos tiempos retratan un equipo dominante. Bien dirigido gracias al talento de Marv Levy como coach, que supo explotar las cualidades de sus jugadores. Esos Bills fueron capaces de ligar seis temporadas con récord ganador. Los cuatro Super Bowls disputados durante las campañas 1990,1991,1992 y 1993 fueron el resultado de un impulso que comenzó en 1988, cuando llegaron al juego de campeonato y un año después se quedaron en la ronda divisional. Lastimosamente para Buffalo, Giants, Washington y Cowboys, en dos ocasiones, frenaron el sueño en el juego definitivo. Todavía tuvieron la fuerza para volver a los playoffs dos veces más, pero quedaron en el camino.
Si los Bills llegaron a esa posición fue en gran parte por la estabilidad que Kelly ofreció en una posición tan demandante como lo es la del quarterback. Fueron 11 temporadas en las que el atrevido mariscal de campo comandó la ofensiva. Sus números finales marcan 235 touchdowns, pero sobre todo, fue su liderazgo para hacer creer al equipo que todo es posible lo que más destacó de su juego.

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Pasaron muchos años para que los Bills volvieran a contar con un jugador capaz de ofrecer esas mismas sensaciones, hasta que llegó Josh Allen. El mariscal de campo arribó en el 2018 y de la mano del coach Sean McDermott ha sabido construir una franquicia ganadora. Ya son tres campañas que los Bills terminan con marca positiva, algo que no ocurría desde los tiempos de la “Ametralladora”.
A pesar de que en el 2018, el año de novato de Allen, las cosas no salieron del todo bien, al lanzar 10 pases de touchdown por 12 intercepciones y terminar la campaña con un récord de 6-10, el jugador supo levantarse.
Más allá de las criticas, Allen mostró una buena progresión en el 2019, al lanzar 20 pases de touchdown por 10 intercepciones, para finalizar con un registro de 10-6. Los Bills cayeron en la ronda de comodines pero dejaron claro que eran una franquicia en reconstrucción, y sobre todo, que iban por el buen camino.
La verdadera explosión de Allen llegó en el 2020. El egresado de Wyoming brilló con 4,554 yardas y 37 pases de touchdown. Su extraordinaria campaña le permitió superar lo hecho por Kelly en 1991, cuando lanzó 33 pases de anotación. Ahí se supo que Allen era de una estirpe similar, con un liderazgo fuera de toda duda. Los Bills cerraron la temporada con una marca de 13-3 y lograron meterse al campeonato de conferencia, donde cayeron con los Chiefs.
Esta campaña Allen lanzó 36 touchdowns y llevó a su equipo a un récord de 11-6. En la suma de sus cuatro años, ya registra 103 pases de anotación, 22 más de los que tenía Kelly en el mismo número de temporadas y que de alguna forma antecedieron a la época más gloriosa de los Bills. De ser así, buenas cosas se vienen para Buffalo, que este domingo tratará de dar el primer paso al eliminar a Kansas City.

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