Miguel Ángel Rodrigo Mújica

FOTO: Mexsport

La historia del Clásico Capitalino ha mostrado muchos capítulos, etapas finales y hasta disputas por el título, aunque el que marcó el inicio de una rivalidad marcada, fue aquel partido en la temporada 84-85 en La Corregidora de Querétaro, justo el 28 de mayo de 1985.

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Águilas y Pumas se vieron las caras en la final. Dos empates, primero el 1-1 en el Azteca y el segundo 0-0 en Ciudad Universitaria, trajeron un tercer encuentro para definir al campeón del torneo. Un tercer partido, en cancha neutra, sería la fórmula perfecta para definir al monarca del campeonato.

Los felinos fueron el líder indiscutible. Un equipo de época, con Rafael Amador, Manuel Negrete, Ricardo Ferretti, Luis Flores y el entrenador Mario Velarde; fueron la mejor ofensiva del campeonato.

América, con la consolidación de su zona baja, Héctor Miguel Zelada, Alfredo Tena, Armando Manzo, Mario Trejo y Vinicio Bravo, fueron complementados por otro histórico de los cremas, Cristóbal Ortega, además del talento de Daniel Alberto Brailovsky.

El juego en la recién inaugurada Corregidora de Querétaro comenzó de forma extraña para los felinos. La ausencia del líder en su zaga, Rafael Amador, hizo dudar a todos. Pablo Luna fue el que tomó su lugar y Mauricio Peña ocupó la lateral izquierda.

La polémica arrancó temprano. El árbitro, Joaquín Urrea, marcó una mano de Peña con 10 minutos en el encuentro. Brailovsky, el menos culpable, adelantó a los azulcremas desde los 11 pasos.

Desde ese momento, la UNAM fue superior en el resto del primer lapso. Ferretti, García Aspe y sobre todo Luis Flores, mejor goleador universitario del torneo, lo intentaron de todas las maneras posibles.
El inicio del complemento vio entrar a Amador al campo. Un juvenil Guillermo Vázquez, con 18 años, fue el sacrificado. Pumas lo intentó con todos sus medios.

En una jugada idéntica a la del penalti americanista, el balón le pegó en la extremidad a Tena, todos los felinos reclamaron, así como Peña fue sancionado, el ‘Capitán Furia’ fue perdonado por Urrea.

El juego se transformó de inmediato. Si bien Universidad Nacional presionó, América y sus contragolpes fueron letales. Bacas y Hermosillo erraron un par. El que no lo hizo fue el ‘Ruso’. Con su velocidad, definió el segundo ante la salida de Espinoza.

La tibia reacción auriazul llegó gracias al ‘Tuca’ Ferretti. Un bombazo que desvió Bravo terminó en el fondo de la red.

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Velarde arriesgó. Metió a Luque en búsqueda de goles, pero sacrificó a Luna. América no perdonó la ausencia del central. Brailovsky y Ortega se conjugaron a la perfección, el Ruso filtró para Hermosillo, quien terminó el partido con su gol.

Pumas lo intentó de todas las maneras, aunque Zelada no volvió a ver vencida su meta.

La polémica acompañó a Urrea por el resto de su carrera, en aquella final, donde la UNAM era favorita por su estilo de juego, el América se llevó el campeonato mexicano.

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