Marco Montoya

FOTO: Douglas P. DeFelice | AFP

La ofensiva de Boston dio una muestra ante Tampa Bay de lo explosiva que puede ser cuando se enciende, los patirrojos aplacaron 14-6 a los campeones de la División Este detrás de una ofensiva de cinco jonrones y 20 imparables. Ahora volverán empatados a un triunfo por bando al Fenway Park.

Enrique Hernández se convirtió en una pesadilla para las Rayas, pegó cinco inatrapables en sus seis turnos al bat. El mexicano Alex Verdugo también lució, disparó tres hits, entre ellos un vuelacercas que contribuyó a que su novena se enfilara a la remontada, antes de que todo pasara a ser una paliza.

EL JUEGO

Los patirrojos vivieron altibajos en el comienzo, timbraron dos ocasiones en el amanecer de las acciones, Xander Bogaerts y Alex Verdugo se encargaron de castigar al novato Shane Baz.

Poco les duró la sonrisa, a Chris Sale se le adelantó el Halloween, tuvo una noche de terror sobre la lomita. Al estelar de Boston le llenaron los senderos a base de pasaportes y sencillos, Jordan Luplow detonó un grand slam que causó el júbilo del Tropicana Field. Un episodio duró el abridor visitante.

El ataque del mánager Alex Cora regresó a cañonazos. Bogaerts y Verdugo se fueron para la calle espalda con espalda. A diferencia de Tampa Bay, los relevistas de Boston lograron minimizar a los maderos rivales.

Los Medias Rojas finalmente retomaron el liderato con un rally de cinco rayitas en el quinto capítulo. Enrique Hernández depositó la pelota en las tribunas de manera solitaria, JD Martínez generó más daño, su cuadrangular encontró deambulando en los cojines a un par de compañeros, ya era una práctica de bateo.

Rafael Devers había tenido una noche tranquila, también se sumó a la fiesta de pirotecnia con un batazo por el jardín central. Las Rayas tiraron la toalla, le dejaron a Michael Wacha los últimos episodios.

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El mánager Kevin Cash ya no quería quemar más brazos, dejó que Boston atendiera al derecho, su mente ya estaba en el próximo choque sobre el Fenway Park, sin embargo, nueve imparables y seis carreras después, le pidió la pelota. JT Chargois terminó el suplicio.

Tras la salida de Sale, cuatro serpentineros patirrojos se combinaron para controlar a la peligrosa alineación local. En ocho capítulos de labor limitaron a sus contrincantes a cuatro imparables, una carrera y recetaron 11 chocolates.

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