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25, septiembre 2021 - 20:25

┃ Rubén Beristáin

Recibimiento América Azteca clasico nacional

Rubén Beristáin

FOTO: Ramón Romero

La capital tuvo un sólo dueño y se pintó de un par de colores principales. El Clásico Nacional también vivió un episodio desigual, en cuanto al apoyo de sus aficiones se refiere. El azul y amarillo fue lo que predominó totalmente en el Coloso de Santa Úrsula. Lo más cercano a la normalidad volvió después de varios meses de ausencia. La pandemia de Covid-19 lo evitó por un largo tiempo, pero eso ya sólo quedó como una anécdota para contarle a próximas generaciones.

 

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La rivalidad más importante del futbol mexicano vivió una fiesta y vibró como hace mucho tiempo no sucedía. La afición americanista fue la que puso el ambiente por los rumbos de Tlalpan. No pudo ser de otra forma. Las Águilas fueron recibidas a lo grande. Cerca de 350 seguidores del club más ganador de México recibieron a su equipo de forma espectacular. Por espacio de 15 minutos, todo se detuvo, el tráfico fue un caos, la escena se pintó de azulcrema, con vivos en color rojo, pero no precisamente por su odiado rival deportivo. Banderas, paraguas, cubrebocas, tambores, trompetas y hasta bombas de humo. Todo fue americanista.

El clima no fue el mejor. Una fuerte tormenta arreció justo un par de horas antes del comienzo del juego, pero eso no canceló los planes iniciales. Las chamarras, sudaderas e impermeables fueron sacadas del guardarropa y no pudieron faltar. La mayoría de ellas también fueron de los colores de casa.

 

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Vamos, Vamos América, que esta noche tenemos que ganar”, fue el cántico que retumbó por cada rincón cercano al estadio Azteca. Tampoco pudo faltar el siempre escuchado “No son la mitad más uno, son la vergüenza nacional”, con dedicatoria exclusiva al Rebaño Sagrado en esa lucha que tiene por ser la afición más grande del país.

Los aficionados mostraron su apoyo de muchas formas. Entre toda la multitud se pudo observar a uno que llevaba un ataúd con el escudo de las Chivas de Guadalajara, otros se pintaron el rostro, mientras que algunos sólo fueron al festín y tuvieron que regresar a casa porque no alcanzaron boleto. La afición visitante fue minoría, pero de igual forma pudieron observarse a varios con los colores rojiblancos bien puestos.
El inmueble abrió a un 75% de capacidad, pero fácilmente pudo llenarse. Miles de personas pudieron vivir el Clásico como hace mucho no se podía hacer. Un reflejo de que la normalidad está más cerca que nunca.

 

 

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