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14, enero 2021 - 8:00

┃ José Ángel Rueda

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Foto: AFP

En el deporte existen pocas cosas peores que perder, como lo es el casi ganar. La sensación de haberlo hecho todo bien excepto lo último. Es probable que ningún equipo en la NFL conozca tan bien esa sensación como los Buffalo Bills, quienes en la década de los noventas llegaron a cuatro Super Bowls de manera consecutiva y los perdieron todos. Su dinastía fallida, la que pudo ser pero no fue, mantiene cierto aire de misticismo, pero también de desgracia. Esa sensación que reconoce lo hecho por un equipo de época y el lamento propio de una catástrofe deportiva de proporciones semejantes.

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Aquellos Bills estaban comandados por la Ametralladora Jim Kelly. El quarterback lanzaba con tal soltura el ovoide que el sobrenombre era casi obligado. Llegó a los Bills luego de una carrera brillante con los Huracanes de Miami. Lo reclutaron en 1983, pero debutó hasta 1986 porque antes quiso probar suerte en los Houston Gambers de la extinta USFL.

Jim Kelly, sin embargo, no estaba solo. Aquel equipo estaba arropado por el talento de hombres como el corredor Thurman Thomas y el receptor Andre Reed, todos ellos encaminados por la mente maestra del Salón de la Fama Marv Levy. A la defensiva, hombres como Bruce Smith, Cornellius Bennett y Darryl Talley eran sinónimo de solidez.

Fue en la temporada 1988 cuando los Bills comenzaron a demostrar de lo que eran capaces, al finalizar con una marca de 12-4. Ya en la postemporada superaron la Ronda Divisional al imponerse a los Oilers con un cerrado 17-10, sin embargo, la aventura terminó en la Final de Conferencia al caer 21-10 con los Bengals. Para la siguiente campaña, más allá de ligera una baja de nivel, lograron meterse a los playoffs por segundo año consecutivo, aunque ahora la derrota llegó antes, en la Ronda Divisional, contra los Cleveland Browns.

PRIMER INTENTO

Ya plenamente consolidados, los Bills dominaron la temporada 1990 con una marca de 13-3, hasta meterse al partido grande. En el camino dejaron a los Delfines y a los Raiders, a este último con un contundente 51-3 en la Final de Conferencia. Ya en el Super Bowl XXV, en el Tampa Stadium, frente a los Giants de Bill Parcells, sucumbieron 19-20 en un partido plagado de dramatismo en el que los pateadores definieron el duelo. Primero Matt Bahr puso en ventaja a los Gigantes con un gol de campo de 21 yardas en el último cuarto, mientras que Scott Norwood, a pocos segundos del final, falló su intento de 47 yardas para sellar la dolorosa derrota de Buffalo.

SEGUNDO INTENTO

Para la siguiente temporada, los Bills mantuvieron su dominio y se metieron a los playoffs con el mismo registro de 13-3. Ahora derrotaron a los Chiefs y a los Broncos de John Elway para enfrentar a Washington en el Super Bowl XXVI. En una congelada ciudad de Minneapolis pero bajo el cobijo del Metrodome, el equipo comandado por Jim Kelly chocó con una auténtica pared. El quarterback fue interceptado en cuatro ocasiones, actuación por completo contrastante con el gran partido ejecutado por Mark Rypien, mariscal de campo de los Pieles Rojas, quienes se llevaron el triunfo por un cómodo 37-24.

TERCER INTENTO

Con una marca de 11-5 y con cambios en sus coordinadores ofensivos y defensivos, los Bills se metieron a su tercer Super Bowl consecutivo. La historia los llevó a enfrentar a los Cowboys, luego de superar a Oilers, Steelers y Dolphins. Ante la atenta mirada de los espectadores del Rose Bowl, Buffalo una vez más quedó lejos de las expectativas, sobre todo por la lesión de Kelly apenas al arrancar el partido. Con Frank Reich en los controles, los Bills sucumbieron ante el poderío implacable de Troy Aikman, Emith Smith y Michael Irving con un marcador de 52-17.

CUARTO Y ÚLTIMO INTENTO

Ya con el último impulso, los Bills finalizaron la temporada regular con una marca de 12-4 Tras vencer a los Raiders y a los Jefes, una vez más se enfrentaron con los Vaqueros en el juego grande. Con la posibilidad de la revancha auténtica para Buffalo, las cosas no salieron como esperaban en el Georgea Dome de Atlanta. Los Cowboys volvieron a ser mucha pieza para unos Bills cada vez con menos aire. El duelo fue físico y se jugó en su mayoría por tierra. Emith Smith, corredor de los Vaqueros fue el claro ganador del duelo, al anotar dos touchdowns. Thurman Thomas, en cambio, ingresó una vez a las diagonales y entregó dos veces el ovoide, para dictar sentencia de 30-13. La historia estaba escrita.

Los años que siguieron

Como siempre ocurre después de una época gloriosa, o casi gloriosa, los años que siguieron fueron difíciles para los Bills. La caída no fue repentina, sino que se fue gestando de a poco. Después de cuatro apariciones consecutivas en el Super Bowl, el impulso les alcanzó para meterse a los playoffs en la temporada 1995, luego de un año de restructuración, sin embargo, la aventura terminó de la peor manera, al caer 40-21 con los Steelers en la Ronda Divisional. En el Comodín habían vencido a los Delfines sin siquiera imaginar que aquella victoria sería la última que conseguirían en postemporada en 25 años.

Juventud vs veteranía en la ronda divisional de los playoffs de la NFL

Ya para la temporada 1996, la última de Kelly y la penúltima de Levy, Buffalo volvió a caer en la Ronda de Comodines al tropezar con los Jaguars en un cerrado partido. Esa derrota marcó el cierre definitivo de época en la que los Bills se convirtieron en uno de los grandes equipos de la NFL, aunque se quedaron sin premio.

Los años posteriores, solo dos entrenadores en jefe fueron capaces de meter a los Bills a la postemporada. Wade Philips lo hizo en la primera etapa de la era post Levy, luego, muchos años después fue Sean McDermott. La desgracia de Buffalo radicaba en que en sus cuatro apariciones siempre se quedaron en la Ronda de Comodín, como una maldición, hasta que una vez más McDermott, de la mano del quarterback Josh Allen y el receptor Stefon Diggs, tuvo su revancha y consiguió ante los Colts una victoria que enciende de nuevo las ilusiones de una época que parecía perdida.

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