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28, diciembre 2020 - 8:00

┃ Marysol Fragoso

Copia-de-EMILIANO-GAMERO-FOTO-ERIK-ESTRELLA-32

Copia-de-EMILIANO-GAMERO-FOTO-ERIK-ESTRELLA-32

Foto: Erik Estrella

Se cumple el primer aniversario de que Emiliano Gamero se convirtió en el único rejoneador mexicano en haber indultado un toro en la Plaza México.
Este fue el ejemplar de nombre Gaspar, número 46, que procedió de la ganadería Vistahermosa. El hecho aconteció durante la décima corrida de la Temporada Grande en 2019. Con lo cual, Gamero se sumó a los honores del indulto que solamente han conseguido los españoles Andy Cartagena y Diego Ventura.

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Hace unas semanas levantó polémica al no verse nominado por la Peña 432 para obtener el Trofeo Minotauro, edición 2019-2020, por lo que renunció al que obtuvo de parte de este mismo grupo al finalizar la Temporada Grande 2014-2015.

Durante este año de pandemia el caballista capitalino, como todos los toreros de a pie y de a caballo, vio mermado su calendario y no pudo viajar a Europa para concretar una nutrida agenda.

Debió quedarse en nuestro país, donde en los primeros meses únicamente logró torear cinco corridas en las que obtuvo tres orejas y un indulto, lo cual contrasta con la campaña anterior donde sumó 16 corridas entre México y Europa en las que cortó 20 orejas, un rabo y logró un indulto.

Gamero, quien desde niño es “gente de a caballo”, al igual que lo fue su padre, el también rejoneador Guillermo Gamero, entrena a su cuadra de sol a sol en el Cortijo La Cartuja que tiene en las faldas del Ajusco de la Ciudad de México, aceptó mostrar a los lectores de ESTO, de forma exclusiva, la preparación que diariamente tiene, de entre doce y quince horas, para afinar a los 16 caballos que integran su cuadra, así como la dedicación que ha tenido para obtener el éxito en su profesión.

Se levanta al alba, corre siete kilómetros, ejecuta una rutina de pesas y entrena a sus caballos en la plaza de tientas hasta que cae la noche.

Luego de asearse se prepara la comida-cena, indicada por un nutriólogo y se retira a dormir. Esa disciplina, la aplica de lunes a lunes, siempre y cuando no tenga corridas por torear, de lo contrario únicamente descansa el tiempo indispensable para trasladarse al sitio del festejo, torear y regresar de nuevo al cortijo, para volver a entrenar.

Empezó el entrenamiento de los corceles, acompañado por música mexicana a todo volumen, pues considera que así, los animales están acostumbrados al ruido y no se inquietan con este cuando están en una plaza de toros.
Abrió con el caballo llamado Ilusión, de siete años, lusitano, de procedencia Andrés Caballero y que es de pinta isabelina. Tras el calentamiento, lo afinó en la alta escuela.

“Es guapísimo, lo uso para recibir a los toros, ya lo debuté en la Plaza México, también pongo banderillas con él. Es de pinta isabelina, aunque la gente por lo común le dice albino. Será un caballo muy famoso para la próxima temporada”, manifestó Emiliano.

Luego montó a Glamour, de raza luso-hispana, de origen Antonio Ricort, con diez años de edad, de pinta castaño oscuro: “Hace estupendos galopes de costado y me sirve para llevar muy templados a los toros cuando los llevo al estribo, también es muy bueno para torear de frente y para hacer las reverencias”, detalló. A este lo monta con la silla charra, “que viene de la talabartería El Caballo Moro de Monterrey”.

Explota virtudes de Conjuro

El caballista Emiliano Gamero mostró a Conjuro, lusitano de ocho años, de la casa de Félix Cantú, con pinta tordillo en fase blanca.

“En el ruedo es un caballo muy bravo, lo uso para colocar banderillas cortas y el rejón de muerte; además es alegre y juguetón, tenemos una gran amistad y hacemos doma en libertad, nacida de la naturaleza de mi convivencia con él. Lo adoro, es el caballo que más montan mi hijo Valentín, que tiene tres años y también mi hija Macarena de doce”, manifestó.

Ambos chicos, nacidos de matrimonio entre Emiliano Gamero y la actriz Mariana Morones.

“Ellos forman mi familia, que es el motor que mueve mi vida, son el impulso para lograr mi sueño de ser figura del rejoneo, por mi esposa y por mis hijos hago todo cada día de mi vida”, remató Emiliano Gamero.

Corceles, insignia de su cuadra

A lo largo de su trayectoria Emiliano Gamero, al igual que otros rejoneadores, ha tenido infinidad de caballos, de entre estos, destacó a los siguientes, como especiales en su corazón.

Shaquirita y Faraón, son dos caballos con los que inicié y que jamás voy a olvidar. Shaquirita fue una yegua con la que aprendí la charrería y luego la hice que rejoneara. Faraón fue un obsequio del cantante Antonio Aguilar para mi papá y yo lo usé cuando era niño y aprendí mucho con él”, apuntó.

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Consideró a: “Chamitas, que desgraciadamente murió en el ruedo de Orizaba; Volcán, con el que corté un rabo el día de mi alternativa en 2011; Leyenda, un caballo pinto que hacía quiebros espectaculares; Cigala, que murió en Zacatecas, tras haber sufrido un cólico, en 2016 y que era un caballo que literalmente volaba en los ruedos; y Padilla, que perdió la vida hace unos meses, el cual toreaba sin cabezada, que lo vieron torear en la Plaza México y que me cuidaba como un guardián”.

De entre sus corceles actuales destaca: “Casanova que por ahora se quedó en España; a Glamour, Jaque Mate y Conjuro, éste último de la casa de Félix Cantú, que es el que traigo vestido de charro, con el que pongo banderillas a dos manos y lo uso para matar; así como a los potros llamados Júpiter y Astroboy”.