Con la tecnología de Google Traductor

Mira

21, agosto 2020 - 8:14

┃ ESTO

NECAXA

Cuando todavía se escuchaban los ecos de la revolución mexicana, surgió el Necaxa. Era 1923 y el futbol aún era cosa de los esfuerzos extranjeros, que buscaban asentarse en México a través de sus costumbres. El ingeniero William Frasser, hombre de origen escoses, y quien era gerente general de la compañía Luz y fuerza tuvo un sueño, entonces, tras la unión con el equipo Tranvías nacieron los Rayos, aunque en ese momento nadie sabía que serían los Rayos y acaso serían conocidos como los Electricistas.

Electrizante resultó el juego del Necaxa, desde el comienzo. El conjunto de rayas blancas y rojas supo forjar su leyenda en aquellos años del amateurismo. Las alegrías fueron correspondidas por los aficionados, que cada que podían colmaban las gradas del Parque Necaxa y alentaban en los férreos encuentros contra el Atlante, el rival de antaño.

En los años treintas, ya consolidados como un equipo grande de la capital de México, surgieron los 11 hermanos. Les decían así porque se conocían de memoria y dentro del campo se entendían como se entienden los que comparten la sangre. Raúl “Pipolo” Estrada; Lorenzo “Abuelo” Camarena, Antonio Azpiri, Guillermo “Perro” Ortega, Ignacio “Calavera” Ávila; Marcial “Ranchero” Ortíz, Vicente “Chamaco” García, Tomás “Poeta” Lozano, Hilario “Moco” López; Julio “Chino” Lores y Luis “Pichojos” Pérez trabajaban bajo las órdenes de Ernesto Pauler. A aquel equipo luego se unió Horacio Casarín, delantero que con sus goles supo forjarse el título de ídolo.

Con cuatro títulos de Liga, en Necaxa comenzó a forjarse la imagen de equipo nómada, cuando en 1942, inconformes con la profesionalización del futbol y los intereses que siempre, desde el comienzo, han rodeado a la pelota, la familia Frasser decide ponerle fin a la aventura del Necaxa ante el los ojos atónitos de sus aficionados. La marcha representó el inicio de una época de idas y vueltas en la que las alegrías no faltaron, como una victoria en la cancha del Olímpico Universitario frente al Santos, del mismísmo Pelé, aunque luego, unos años después, volvió a ser víctima del desamparo al convertirse en Atlético Español, aunque en realidad Necaxa nunca dejó de ser Necaxa.

La segunda época gloriosa llegó en la década de los noventas. Los Rayos, comandados desde la banca por Manolo Lapuente, se convirtieron en el equipo de la década mediante el juego pausado de Alex Aguinaga. El ecuatoriano organizaba el juego del Necaxa con la calma con la que pinta un artista. Con ese equipo, que contaba con jugadores como Nacho Ambríz, Alberto García Aspe e Ivo Basay, llegaron los títulos. Primero ante Cruz Azul, en 1994. Un año después derrotaron al Celaya, y finalmente en el Invierno de 1998, cuando vencieron a las Chivas en el estadio Jalisco.

Higuera arremete contra Nahuel y Gignac

Años después Necaxa se conformó con otras alegrías, como la que dio el Mundial de Clubes del año 2000, en la que terminaron en tercer lugar tras vencer al Real Madrid en la serie de penaltis. Las últimas dos décadas han sido agridulces para sus aficionados, que quedaron atrapados en los recuerdos de una época dorada. Tuvieron que pasar mudanzas y descensos para que los Rayos se establecieran una vez más en Primera División, con el sueño de un buen día recuperar las viejas glorias, esas que de vez en cuando se visten de rojiblanco.

PODCAST ESTO: La falta de continuidad en las ligas mexicanas de futbol

Para ver como deshabilitar las notificaciones, da clic aquí