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19, junio 2020 - 14:01

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POR HÉCTOR REYES
La marchista olímpica Alejandra Ortega, quien fuera compañera de equipo de Lupita González en el ciclo pasado mostró un cambio radical al superar el fallecimiento de su madre y las lesiones que no la habían dejado, por lo cual decidió reintegrarse al trabajo del entrenador Juan Hernández para lograr la calificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

“Estábamos a días de poder viajar a la primera competencia que iba a ser en la República Checa, en abril, pero se canceló todo, ya estábamos preparados, listos”, comentó Alejandra, en casa y con la familia resguardada por la pandemia, tras señalar que el aplazamiento fue para todo en el mundo.

La marchista dijo que estaba convencida de dar la marca por el resultado del trabajo planificado por el profesor Hernández: “me sentó muy bien, mis tiempos estaban mejorando cada vez más, me sentía lista para competir, pero desgraciadamente pasó todo esto y ya no tuve la oportunidad de mostrar lo que había trabajado”.

Aceptó que las lesiones fueron uno de los principales obstáculos que tuvo durante los dos últimos años que no le permitieron participar en eventos nacionales e internacionales. También falleció su mamá en el 2018 y tampoco se sentía muy completa en el ámbito emocional, “una perdida muy dura y mucha gente no se da cuenta que al final del día somos seres humanos que sentimos, no somos robots que trabajamos con pilas”.

Sus padres, desde que inició la aventura en la marcha a los ocho años, siempre estuvieron con ella: eran los patrocinadores de los tenis, de las competencias, la llevaban a los entrenamientos, le dedicaban su tiempo y dinero, muchas veces descuidaron su trabajo para estar al pendiente de sus hermanas y de ella, porque en ese entonces también estaban inmersas en la caminata.

“Estoy satisfecha con todo lo que le brindé a mi mamá en cuanto a triunfos, a satisfacciones, ella se fue muy contenta porque había ido a Juegos Olímpicos. Cuando regresé pasó todo ese trance y ya no competí, pero si estoy motivada porque sé que desde donde esta siempre estará orgullosa de mí”, expresó Alejandra, tras puntualizar que necesitaba ajustar algunos detalles en cuanto a disciplina y trabajo.

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Alejandra comentó que no puede estar inactiva porque ya son tres meses sin que se reúnan con el equipo y el cuerpo lo resiente, se van teniendo carencias poco a poco, porque la marcha es un deporte aeróbico y desde casa ha hecho lo que puede, pero a cambio ha tenido la dicha de convivir con sus hermanos y su papá, en momentos quizá no tan agradables como los que se viven ahora.

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