Con la tecnología de Google Traductor

Mira

30, abril 2020 - 10:02

┃ Abril Villegas

Captura de Pantalla 2020-04-30 a la(s) 0.46.26

Uno nunca se imagina cómo fue la niñez de un medallista olímpico mexicano, todos piensan que desde pequeños estaban enfocados en su carrera deportiva, pero no es así, al igual que muchos de nosotros rieron, jugaron, lloraron, cantaron y disfrutaron su infancia. Tal es el caso de Fernando Platas, medallista olímpico en Sídney 2000, quien cuenta que nunca se cansaba de reír cuando era un pequeño niño activo y creativo, pero sobre todo alegre, ya que sus papás nunca le dijeron “no”.

 

“Fue muy divertida (mi niñez), justo en la mañana los niños (hijos) tenían que hacer una obra de teatro y me estaba acordando de la mía, y fue muy divertida, me hice en el Seguro Social (IMSS) e ir a entrenar era todo un parque de diversiones”, Fernando confesó que cuando tuvo la oportunidad de incursionar en el deporte fue en la Unidad Cuauhtémoc, ubicada en el municipio de Naucalpan, en el Estado de México, en donde vivió su infancia.

“Aprendías a correr, botar un balón, en el frontón y todavía nos dábamos el lujo de escaparnos para ir a las luchas a la arena Naucalpan; siempre fui un niño muy activo, muy creativo, todo para mí era diversión, tanto ir a entrenar, subirte al micro para ir a los entrenamientos, ir hasta la clínica 23, los primeros viajes, la verdad agradezco mucho a Dios y a mis padres haber tenido una infancia que fue divertidísima”.

 

A la edad de siete años, Fernando Platas tuvo su primer acercamiento con un trampolín de clavados, fue en la Unidad Cuauhtémoc en donde comenzó a escribir su historia, aunque tuvo tres etapas en su vida.

 

“La primera fue impresionante, me acuerdo que a mí no me gustaban los deportes, pero cuando llegue a la alberca y vi que estaban brincando, dando vueltas, giros, parados de manos, diez metros, la cama elástica, el trampolín de tierra, me quedé asombrado y fue amor a primera vista. Después la magia de ir venciendo tus miedos, subirte a un metro, luego tres, cinco o luego diez, media vuelta, dos vueltas, dos y media, un giro, pararte de manos y la tercera etapa fue la de la competencia. Sentir ese estrés de la competencia me enamoró, me cautivo y fue lo que me atrajo de mi deporte”.

Como toda persona, Fernando tuvo ídolos en su juventud, pero aseguró que tuvo la fortuna de conocer a esas figuras que lograron darle tantas alegrías al país como son Raúl González, Carlos Girón, Joaquín Capilla, entre otros.

 

“A mí me pasó algo muy simpático, porque cuando me topo en una alberca para mí era muy normal ver a un Carlos Girón, a un Raúl González, un Ernesto Canto, que era gente muy allegada, que estaban ahí, cercanos, muchos olímpicos de clavados: Joaquín Capilla ya se veía ahí, estaba Jesús Mena, quien estaba empezando para ser seleccionado nacional, había una lluvia de estrellas y la verdad te diría que mi admiración empezó ya en los 90”.

 

Amante de los clavados, le gustaba ver las caricaturas del momento como Don Gato y su Pandilla, Mazinger Z, entre otras, pero disfrutaba más los cómics que todos los fines de semana le llevaba su abuelo. “El sábado y domingo, me acuerdo que había mucha posibilidad de ver en la TV, pero a mí me encantaban los cómics y en particular mi abuelo me llevaba el pedazo del periódico donde estaba las caricaturas y ahí veías un Batman, Superman, Archi”.

 

MEDALLISTA

El 26 de septiembre de 2000, Fernando Platas conquistaba la medalla de plata en trampolín de tres metros en los Juegos Olímpicos de Sidney, algo que recibió con mucha madurez en su carrera deportiva.

“Pasan muchas cosas, es como si estuvieras en una montaña rusa, no puedes gritar, no pueden brincar, no puedes hacer nada, te pones en pausa con tus sentimientos, mi historia no fue llegar a mis primeros Juegos Olímpicos y ganar, me costaron hasta los terceros poder subir al podio y la recibí con mucha madurez”.

 

RECIBE EN TU CORREO LAS MEJORES NOTICIAS DEPORTIVAS, SUSCRÍBETE AQUÍ