Se le siguen cerrando las puertas de la NFL a Antonio Brown.

El estelar receptor abierto está decidido a probar suerte de nueva cuenta en la liga estadounidense de futbol americano pero, de momento, no ha existido interés por parte de ningún equipo.

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En los últimos días se especuló sobre una posible llegada a los Cuervos de Baltimore, ya que se le vio entrenando con el quarterback Lamar Jackson y su primero Marquise Brown, ambos jugadores de la franquicia de la AFC Norte, pero parece descartada la posibilidad de jugar la próxima temporada con su anterior rival cuando defendía los colores de los Acereros de Pittsburgh.

Según informes extraoficiales del equipo, la sesión de trabajo que sostuvieron los jugadores no tuvo ninguna relación con los planes de los Ravens para el 2020. Agregan que la franquicia planea construir su cuerpo receptor a través del sorteo universitario.

Lo que ahonda el desinterés de los Ravens es que Brown todavía está siendo investigado por la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) por dos acusaciones separadas de conducta sexual inapropiada.

Además, Brown fue acusado formalmente en Florida de agresión, robo y otros cargos menores. Estos cargos provienen de un incidente ocurrido el pasado enero con el conductor de un camión de entrega de mudanza a domicilio.

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Apenas la semana pasada fue el coach de los Bucaneros de Tampa Bay, Bruce Arians, quien descartó la llegada de “AB” a la organización y de esa forma se vuleva a unir con Tom Brady, asegurando que sus valores no van de la mano de los que intenta imponer en el equipo que buscará romper una sequía importante sin entrar a los playoffs.

Hace apenas un año Antonio era considerado el mejor receptor de la NFL, pero tras forzar su salida de Pittsburgh y caer en los Raiders, donde no disputó ningún partido y de igual forma obligó a que se diera un cambio rumbo a Nueva Inglaterra, ha estado envuelto en una serie de escándalos que le podrían significar el fin de su carrera profesional.