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Mira

9, marzo 2020 - 0:34

┃ Javier Juárez

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Mientras se suspende en el aire e inicia su caída libre a la fosa, sea de una plataforma de 10 o 3 metros, sin tenerle miedo al impacto con el agua, al contrario, ella entra con delicadeza y poco chapoteo, Paola Espinosa piensa en su familia, en México y en adherir otra presea a su museo personal.

La clavadista de 1.56 mts. y 46 kg. de peso, acumula actualmente 14 preseas en Juegos Panamericanos, 2 en Juegos Olímpicos y varias más en Juegos Centroamericanos y Campeonatos Mundiales, de todos los colores colecciona, oro, plata y bronce, casi siempre acompañada. Laura Sánchez, Jashia Luna, Tatiana Ortiz, Alejandra Orozco y Melany Hernández han sido algunas de sus cómplices.

En el 2001, siendo quinceañera, escucha baila su vals en una alberca de Fukuoka, Japón, ese fue su primer Campeonato Mundial, 19 años después, sin perder ese rostro de niña, pero con una hija e incontables laureles en su cuello, espera regresar al país del sol naciente y sumar su quinta competencia olímpica. En Beijing 2008 y Londres 2012 subió al podio.

Esté o no, gane metal o no, Paola es la mejor clavadista mexicana de la historia, competirles a las atletas chinas, que parecen hechas de algodón y salpicar escasas gotas al entrar al agua, no es fácil. Espinosa, sola o acompañada, lo ha hecho toda su carrera.

“Sigo el sueño de estar en Tokio 2020, quiero que mi hija Ivana y mi esposo (Iván García) me vean competir, sería una gran satisfacción para mí en lo personal y en mi carrera”, avisa.

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