POR RUBÉN BERISTÁIN
FOTOS: LUIS GARDUÑO

Como si fuera regalo de reyes adelantado, el tercer refuerzo de Cruz Azul finalmente hizo su aparición en la Ciudad de México. El reloj marcó las ocho de la noche y Luis Romo apareció con una gran sonrisa, a pesar del largo viaje en automóvil desde tierras queretanas. La felicidad que irradió fue marcada en cuanto agarró su mochila y entró a la guarida azul, un hotel al sur de la capital.

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Su ilusión es grande y no es para menos. El defensor vuelve a casa, con el club que lo inició todo en su carrera como futbolista. Y ahora va por la revancha. Si a los 15 años se frustró el sueño, ahora nueve años después, buscará consolidarse en uno de los clubes más grandes del futbol mexicano. Esa es su meta y no descansará hasta lograrlo.

El jugador es humilde, sencillo y lo muestra a cada paso que da. Su paso en los Gallos Blancos fue meteórico, pero no lo voló de más, aunque sólo le bastara un año y medio para demostrar todo su potencial y de nueva cuenta ser buscado por el conjunto cementero. De esa forma fue accesible con el Diario de los Deportistas y sonrió a cada momento.

El futbolista no tendrá descanso y hoy presentará exámenes médicos para que mañana sea presentado en La Noria.

Querétaro lo extrañarán, pero Luis Romo ya dejó su pasado atrás. Con apenas 24 años, no se muestra intimidado ante el gran reto que se le presenta en su vida. Ahora está enfocado completamente en La Máquina y con una gran esperanza querrá ser protagonista y llevar a su juego equipo a la gloria lo más pronto posible.