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14, diciembre 2019 - 22:11

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Chaco-Gimenez

Foto: Oswaldo Figueroa

Pachuca.- El punto final llegó. La vida de un futbolista no es para siempre y es más corta de lo que uno pudiera pensar. Muy pocos quedan en la memoria de la afición y sólo algunos pueden presumir ser querido por dos fanaticadas. Ése el caso de Christian Giménez.
Con Pachuca lo ganó todo y con Cruz Azul, aunque le faltó romper con la maldición celeste, también es catalogado como un ídolo por la entrega y cariño que siempre mostró con los de la capital. Un genio y figura en toda la extensión de la palabra.
Anoche, el sueño del Chaco finalmente se cumplió. La Bella Airosa lo despidió a lo grande y como uno de los máximos referentes en los últimos años del futbol mexicano.
Sólo pocos reúnen a figuras de talla nacional e internacional y Chaco lo logró. Y no es poca cosa.
El inicio se retrasó por el inmejorable ambiente que se vivió en el estadio Hidalgo, que si bien no se llenó, reunió un gran número de asistentes. Entre fuegos artificiales y luces, así fue como uno a uno fueron presentados los invitados a la fiesta argentina con un toque muy nacional.
Por parte de los celestes, los más ovacionados fueron Gerardo Torrado, Emmanuel Villa, Lupillo Castañeda, Mauro Fornica, y el hijo del festejado, Santiago Giménez, quien recibió permiso especial de La Máquina para estar en el festejo de su padre.
Los hidalguenses fueron más aplaudidos, fue obvio, estaban en casa. Fausto Pinto, Jorge Hernández, Franco Jara, Juan Carlos Cacho, Gabriel Caballero, Andrés Chitiva y Damián Álvarez, y por supuesto, Christian, regresaron a casa e hicieron recordar una de las épocas más gloriosas de Pachuca.
Por si fuera poco, Carlos Bianchi y Enrique Meza engalanaron la zona de bancas. ¡Una noche como muy pocas!
De inmediato se escuchó el canto obligado. El “Oe, oe, oe, Chaco, Chaco”, retumbó por cada esquina del estadio Hidalgo y se escuchó hasta el Real del Monte. El jugador, con los brazos al aire y con un aplauso recíproco, agradeció el gesto.
El ambiente fue melancólico cuando el sonido local puso una composición conocida por todas de Marco Antonio Solis. “Te extraño más que nunca y no sé qué hacer, me espera otro día por vivir sin ti, me haces falta tú”. El festejado no lo pudo evitar y derramó algunas lágrimas, no esperaba tal ovación de los suyos.
Hubo varios ausentes en la noche. El Gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, no pudo estar. Otros invitados como Carlos Tevez, Juan Román Riquelme, Martín Palermo y el estratega Paco Jémez brillaron por su ausencia, aunque sí mandaron su felicitación.
El duelo se llevó con demasiada tranquila lo que demostró que la edad no pesa en vano. Eso sí, la magia nunca se pierde. Gerardo Torrado mostró su excelso toque y dejó completamente solo a Emmanuel Villa. El Tito, fiel a su costumbre, no falló.
Del otro lado, también existió mucho talento. ¿Quién más? El Chaco tomó el esférico y filtró al área. El balón parecía que no llevaba peligro y apareció la genialidad de Marioni. Con una barrida poco ortodoxa logró el empate.
En el complemento hubo más emoción. Giménez dedicó el cotejo al cielo, justo donde está uno de sus máximos amigos: Miguel Calero y en su honor, se puso los guantes y regaló una atajada de antología. El Cóndor bajó y también disfrutó. El marcador se movió cuatro veces más, pero fue lo de menos. Lo más emotivo fue que hasta su padre disputó algunos minutos junto a él. Sueño cumplido.
Fue su noche. Christian Giménez salió ovacionado y todo Pachuca se le rindió. Su futuro ya no estará en las canchas de futbol, pero sí en el corazón de un sin fin de aficionados que gozaron y sufrieron junto a él. ¡Gracias Chaco!