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14, diciembre 2019 - 12:34

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caristico

POR HÉCTOR REYES
En un viernes 13, las fuerzas del bien y el mal se equilibraron en las entrañas de la Arena México. Escenario que congregó a miles de aficionados a la lucha libre profesional, tanto del extranjero como de provincia y locales de todas las edades, quienes lanzaban puyas con frases ingeniosas que enardecieron a los gladiadores.
En la función que constó de seis historias y distintos desenlaces, la guerra entre gladiadores fue intensa de principio a fin al punto que una vez concluida las rivalidades trascendieron el cuadrilátero en el combate estelar de relevos que tuvo como figura a Carístico con su albo atuendo y su señal hizo que la gente coreara lo que la FIFA prohibió en los estadios de futbol.
En los “Relevos Increíbles”, por el lado de los técnicos Carístico, Negro Casas y el Valiente; por el otro, último Guerrero, Soberano Jr. y Euforia, el ingrediente perfecto para una noche de catarsis. La Arena se dividió en dos bandos, en dos interpretaciones del combate que se desarrolló arriba y abajo del ring. A veces más allá, en un especie de templo coronado con las siglas del Consejo Mundial de Lucha Libre.
Si, Carístico tiene capacidad de convocatoria, Último Guerrero no se quedó atrás, el balanceo de cintura provocó que las voces de los aficionados se sincronizaran en un alarido colectivo: primitivo, contagioso, que nos remonta a batallas de guerreros aztecas, el ¡Uf! ¡Uf! ¡Uf!… que sobre el cuadrilátero se tradujo en ejecuciones gimnásticas, rebotes sobre las cuerdas después de una carrera trepidante, castigos desde las alturas a una humanidad sujeta por sus oponentes.
Mientras, el ritmo del combate entre los seis luchadores era trepidante, un hombre de bata blanca y dos paramédicos levantaron a un luchador de otro combate en camilla. El espectáculo no se detuvo.
El Negro Casas, a pesar de la diferencia de peso y estatura no se amilanó, al contrario en una ráfaga de golpes, en un torbellino de intercambios soportó el castigo de Último Guerrero y fue más allá aún, en un vuelo se estampó sobre la humanidad del melenudo de verde y oro abajo del ring.

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Carístico, Negro Casas y El Valiente ganaron la pelea estelar, sus brazos lucieron en todo lo alto elevados por el referí. Ya se habían retirado Ultimo Guerrero y Euforia, entre fintas de proseguir el combate con el hijo del Soberano. Finalmente, se quedó solo Carístico sobre el ring. Se dirigió su público y se hincó, señaló la lona, quizá por su fe guadalupana y luego salió del escenario como un héroe.