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26, diciembre 2014 - 13:15

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POR A. G. GONZÁLEZ

MIGUEL Ernesto Herrera Aguirre (18 de marzo de 1968) es todo carisma, personalidad y futbol. El técnico de la Selección Nacional se convirtió en el personaje del 2014 por lo hecho con el equipo mexicano, al que dirigirá, según contrato, hasta la Copa del Mundo de Rusia 2018. Está de moda y aprovecha su momento con el conocimiento, siempre, de que necesita seguir con los resultados en la cancha para que lo que hace afuera de ella no sea un estorbo en este naciente proceso mundialista.

En el horóscopo chino, 2014 se dedicó al caballo como esa figura de un animal movido, rápido y cambiante. En el calendario mexicano todo mutó al año del “Piojo”. Se combinaron muchas cosas para que Herrera llegara al sitio al que se apuntó desde hace tiempo y en el que permanecerá después de su primer año en el cargo.

La historia del entrenador tricolor es de un ascenso fugaz después de su paso por el América y el ingreso al cuadro nacional para el repechaje hacia la pasada Copa del Mundo. Se combinaron los problemas que tenía la Selección con un personaje que enganchó a todos los involucrados en el futbol hacia el mismo camino. Está muy lejos de los trajes entallados de Joseph Guardiola o la ceja levantada de Carlo Ancelotti, mas tiene un carisma que lo puso en órbita casi al mismo nivel de otros grandes estrategas.

La historia de este año comenzó con el trabajo para encontrar a los futbolistas que entendieran su sistema y entraran al compromiso que pretendía el estratega hacia la Copa del Mundo. Para febrero, cuando jugaron el primer amistoso de 2014 ante Corea (el cual ganaron 4-0), ya no había espacio para pensar que sólo los futbolistas del América y el León tenían cabida en este equipo. Herrera tenía que comenzar a observar otros elementos del medio local e incluir a los que militan en el futbol Europeo. Y así lo hizo.

Hacia los últimos partidos de preparación rumbo a Brasil 2014 ya se veía un equipo bien trabajado, pero la grave lesión de Luis Montes, en Dallas, ante Ecuador, cambió muchas cosas y otros nombres como el de Héctor Herrera comenzaron a tomar importancia en el esquema del “Piojo”, que ya en la fase de grupos de la justa mundialista sumó siete puntos, los mismos que el anfitrión, aunque fue segundo por diferencia de goles, tras victorias sobre Camerún y Croacia, además de un empate contra los brasileños.

Si bien no consiguió clasificarse al “maldito” quinto partido, tras quedar eliminado por Holanda en los octavos de final, tampoco fue un desastre para su persona, la cual mantuvo la credibilidad hacia el segundo semestre del año, en el que vinieron más amistosos, algunas derrotas y un capítulo, el del retorno de Carlos Vela, que podría darle un manejo distinto a lo que viene para 2015.

El seleccionador mexicano sabe que pudo haber tenido otro desenlace en la justa de Brasil en ese partido contra los holandeses. “Nos echamos atrás y regalamos la pelota”, ha dicho Herrera en relación a esa tarde en el Castillo de Fortaleza. Quizá esa sea la única mancha, la de no manejar el juego y la ventaja, como para no hacer del balance del año cien por ciento positivo. Pero tampoco sería tan justo señalarlo por este capítulo y nada más. Será hasta después, en una situación similar, cuando se compruebe si el estratega aprendió de lo ocurrido para no repetir errores y entonces sí, trascender.

Pese a este revés, en el colectivo nunca hubo tendencia en contra de que Herrera continuara como el estratega nacional, aunque hacia los últimos amistosos del año (en Holanda y Bielorrusia) seguía sin firmar el contrato que ahora lo vincula con el equipo por los próximos cuatro años.

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