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  Foto: Érik Estrella / ESTO

POR RUBÉN BERISTAIN

Chivas está de vuelta. Un pastor paraguayo lleva por buen camino al Rebaño Sagrado en busca del éxito y esa divinidad hace que el resurgir de sus propias cenizas sea prácticamente un hecho.

El futbol mexicano tiene de nueva cuenta a Guadalajara como uno de sus protagonistas consentidos. Las razones pueden ser múltiples. Orgullo propio tras un 2018 desastroso, ver campeón a su acérrimo rival una vez más y ser superados en títulos profesionales por las Águilas o un director técnico valiente que ha sabido remar contra corriente y, sobre todo, que no se ha achicado ante el reto de dirigir a uno de los clubes más grandes de México.

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Si todo lo anterior se conjuga en un mismo objetivo se puede lograr un equipo invencible. Así es el presente del plantel tapatío, al menos por ahora.

En el futbol actual nadie gana cinco partidos consecutivos por casualidad. La institución rojiblanca lo ha hecho y aunque apenas es el comienzo, va con rumbo fijo a su reivindicación en este nuevo año.

Con un juego bonito o tal vez sin ser espectaculares, pero aferrados a sumar por la mínima diferencia y hasta con polémica del VAR, así han salido victoriosos. Su estilo está definido, es práctico, poco vistoso, pero puntual. Los cinco triunfos, dos en Copa MX y tres en Liga, son obra pura del estratega José Saturnino Cardozo.

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“El equipo tiene solidez, tiene llegada. Lo importante es ganar como estamos jugando, me encanta el equipo. Es un grupo muy comprometido, un equipo que lucha, yo juego para que mi equipo mejore día a día. Esta institución te exige resultados, lógicamente queremos jugar mucho mejor. Acá te exigen números y los estamos consiguiendo a base de un buen funcionamiento”, expresó el director técnico después de la victoria polémica ante los Diablos Rojos.

La inestabilidad de Chivas durante el torneo pasado estuvo emparentada con la irregularidad de varios de sus futbolistas. Un flojo nivel físico era el común denominador de su plantel. Ahí se muestra la mano de Pepe, en confiar y recuperar a sus jugadores.

Y es que los pretextos para Cardozo se acabaron, no puede recurrir a ninguno. Las llegadas de Alexis Vega, Hiram Mier, Dieter Villalpando, Luis Madrigal y Jesús Molina fueron aprobadas y solicitadas por el propio estratega. Para su buena suerte, todos han mostrado gran nivel y se han compenetrado de una estupenda manera en su sistema.

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Su llegada a México fue en la década de los noventas y se convirtió en una leyenda como delantero infernal de Toluca. Su paso como jugador fue miel sobre hojuelas. Lo multicampeón que fue en el equipo mexiquense, ahora busca emularlo en la dirección técnica de las Chivas.

“La responsabilidad es bastante grande, tenemos una afición que va a esperar mucho de nosotros. ¿Por qué no aceptar a Chivas? Es el club más grande de México. Un técnico que te diga que no tiene ilusión de venir a Chivas está mintiendo”, aseguró el timonel tras su presentación en junio pasado.

José Cardozo sabe dónde está parado y cuál es el banquillo que representa. Tres torneos sin clasificar a la Liguilla es algo prohibido y un cuarto es algo impensable. Con el orgullo herido está sacando la casta. Su objetivo es claro y no tiene otra cosa en la cabeza. Anhela de todo corazón el respeto y la admiración de la nación rojiblanca. Quiere que su nombre sea vitoreado cada vez que el sonido local diga su nombre. Y aunque falta mucho, va por el camino correcto. Quiere ser el príncipe que logre romper con esa racha y llevar a Guadalajara a la gloria eterna. Lo mexicano está de moda, aunque con un toque guaraní en sus venas.