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8, diciembre 2018 - 21:25

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POR ALEJANDRO ALFARO
FOTOS: JESÚS TÉLLEZ, MARTÍN MONTIEL Y OSWALDO FIGUEROA

Los fantasmas rondaron por Santa Úrsula. Aquella maldición parecía revivir para Cruz Azul, pero no, esta Máquina es otra. Los Cementeros se la han creído, vinieron de atrás, se sobrepusieron a un penal fallado con la fortaleza mental del equipo grande que son y han vuelto a la final de la Liga MX para reclamar lo que tanto se les ha negado por 21 largos años.

Los Celestes no la tuvieron fácil. Monterrey se encargó de ponerles en el camino todas las piedras posibles, pero un error de Marcelo Barovero le abrió la llave para Milton Caraglio para pasar del suelo al cielo y dejar de ser el villano de la noche y ponerse la capa de héroe al anotar el tanto de la victoria, el único del juego.

180 minutos separan a los azules de la gloria del doblete. América o Pumas tendrán la última palabra.

EL JUEGO

El futbol y el destino le dieron una nueva cita a Cruz Azul para reivindicarse con su historia. La posibilidad de volver a llegar a la final tras cinco años y medio de no hacerlo se le presentaba como local, con solamente un gol de desventaja y el respaldo de su gente para ir con todo por el objetivo que, como dijo Caixinha, lleva por nombre la novena.

Enfrente, un duro Monterrey estaba dispuesto a dejar todo sobre el terreno de juego para impedir el anhelo celeste, lo cual manifestaron al mostrar que no vinieron a la capital a encerrarse, y aunque presentaron una línea de cinco zagueros al fondo, apretaron desde su propia salida a los Cementeros y evitaron verse agobiados por el ataque local, que de hecho, durante la primera mitad tuvo pocas aproximaciones en lo que respecta al juego elaborado.

Milton Caraglio, quien fue el elegido por Pedro Caixinha para comandar el eje de ataque, dio el primer aviso al conectar de cabeza un centro desde la banda izquierda. La pelota llevaba buena dirección, mas pasó apenas por un costado.

Fuera de eso, Marcelo Barovero estaba en una noche tranquila y los Rayados apostaban por posesiones largas de balón; incluso, por momentos jugaron lejos de su portería y cerca del territorio celeste.

Justo cuando más nublada parecía La Máquina, vino un chance inmejorable.

Caraglio sacó un disparo fuera del área que le picó antes al arquero regio. El “Trapito” concedió rebote al no poder controlar la de gajos y dejó franco a Roberto Alvarado, quien le ganó la posición a su marcador. El “Piojo” se disponía a definir, pero fue derribado por Nicolás Sánchez. Fernando Guerrero no dudó en señalar la pena máxima.

El propio Caraglio tomó la bola para ejecutar. El Azteca se puso de pie dispuesto a celebrar, pero no lo hizo. Milton mandó muy arriba su disparo y el cero permanecería en el marcador hasta el medio tiempo.

Con 45 minutos por delante y la consigna de matar o morir, Cruz Azul se fue con todo al frente y con ello, la revancha para Milton Caraglio.

Al igual que en la primera mitad, Barovero no pudo contener un disparo lejano. Por segunda ocasión, el meta argentino concedió un rebote dentro del área. El ariete celeste, bien colocado, prendió de primera la bola y la mandó a guardar.

De inicio, el línea marcó fuera de lugar. El VAR intervendría y daría por buena la acción. La Máquina ya ganaba y la final se sentía cerca.

Con la urgencia de un gol que les diera respiro y vida, Diego Alonso modificó su planteamiento inicial y mandó elementos como Gallardo y Madrigal al campo. Eran sus últimas cartas y en ellas confió para revertir la situación. Un tanto los pondría cerca de su objetivo por el gol de visitante.

Pese a la presión, el manejo de partido de Cruz Azul fue excelente. Entendieron que el esférico debían tenerlo y lo circularon por todo el campo, consumiéndose así los pocos minutos que le quedaban al reloj.

El Azteca vibró con los segundos finales. La ilusión del pueblo azul vive con más fuerza que nunca. El doblete está a la vista y el fin de la maldición en sus manos.

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