21, mayo 2018 - 16:37
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La vuelta olímpica en el infierno no bastó, los Guerreros regresaron a tierra santa y de inmediato se trasladaron al TSM.
Su casa, la del Dolor Ajeno para el resto, los recibió como héroes. Los albiverdes subieron al piso más alto del lugar, globos metálicos, música y luces en tono verde adornaron el sitio.
Los jugadores siguieron la luz, tomaron sus respectivas mesas y cenaron junto a sus familias. En cuestión de minutos las sillas se quedaron vacías, todos los Guerreros comenzaron a festejar en el centro de la pista.
La celebración arrancó y nadie la pudo detener. Edwuin Cetré lideró los bailes y fue seguido por Brian Lozano, el “Huevo” fue el más animado de los laguneros.
La cumbia y la salsa predominaron en el lugar, Osvaldito Martínez, Javier Abella, Gerardo Alcoba y Jonathan Orozco se unieron a la fiesta. Julio Furch siempre serio, dejó a un lado la discreción y brincó junto a sus compañeros.
Los grandes ausentes en la madrugada fueron Djaniny Tavares y Néstor Araujo, ellos no estuvieron en la celebración.
La música, cánticos y porras no se detuvieron. Robert Dante Siboldi pasó al centro de la pista y no se salvó de ser elevado por el plantel. El “Flaco” y su enorme estatura volaron de un lado a otro.
El grupo no se conformó con aventar a su técnico, Alejandro Irarragorri también pasó entre los brazos de sus jugadores. La fiesta no paró, las bocinas a todo volumen tampoco. En ese instante apareció el trofeo conquistado. Toda la tribu lo quiso besar y posar con él.
Cetré tomó el güiro, Orozco y Lozano subieron al estrado y organizaron las coreografías. La celebración siguió y siguió.
La cereza del pastel, fue eso, un pastel enorme con el escudo del Santos. La locura impidió que el postre fuera partido como se debe. El merengue voló de un lado a otro y acabó en el rostro de varios elementos y directivos.
La alegría siguió varias horas más. Santos celebró a lo grande y ESTO estuvo presente. Las nubes no permitieron ver las estrellas, pero la sexta ya se bordó.