Antes de ese histórico encuentro, México llegaba al Mundial por invitación del Embajador uruguayo y precedido del roce internacional con los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, en donde los nuestros se llevaron una goliza al son de 7-1 a manos de la madre patria, España. Las críticas y vergüenza no se hicieron esperar hacia los aztecas, quienes en busca de redimirse llamaron al español, Juan Luqué de Serrallonga para que los entrenara.
Y así fue, Luqué tenía la experiencia de haber dirigido en Europa, por lo que sabía los conocimientos para llevar por buen puerto a México. Sin embargo, el manejo de los jugadores era llevado por los federativos Jesús Salgado y Luis Andrade, quienes se encargaban de seleccionar a los jugadores y no le daban la autoridad al entrenador nacional.
La historia mundialista comenzó con un largo viaje. La Selección se trasladó a Veracruz y un día después a Nueva York a donde compraron balones y hasta jugaron contra un representativo de allá. Desde NY subieron a un barco que los llevó a Sudamérica, el recorrido duró 26 días y en altamar buscaron entrenar con calentamientos, trotes y leves toques de balón, ya que corría el riesgo de que se fuera al mar.
Veintiséis días de viaje que terminaron con su llegada a Río de Janeiro, de ahí se trasladaron a Montevideo, la capital uruguaya en donde se abriría el Mundial.
A tiempo, el 13 de julio fue el debut de los Mundiales y de México frente a Francia, representativo que salió con el marcador a favor, 4-1, gracias a que aprovecharon el desconcierto y el desgaste físico por tantos días de viaje en barco.
En esa ocasión, el galo Lucien Laurent marcaba el primer gol de las Copas del Mundo, a él le siguió Andre Maschinot, quien hizo el primer doblete y Juan Carreño anotaba el primer gol para México.
El miedo escénico pasó y la segunda prueba azteca era contra Chile en el Parque Central, casa del legendario Nacional. Nuevo rival y flamante caída de 3-0 gracias a que también el mexicano Manuel Rosas anotaba el primer autogol de los Mundiales.
El Tricolor no veía la suya, el técnico hizo ajustes en su alineación y contra Argentina, en el tercer duelo, regalaban una gran exhibición y en el que a la postre fue uno de los mejores partidos de dicho Mundial.
Argentina salió con el triunfo de 6-3 y nuevamente Manuel Rosas hacía historia, ahora porque anotaba el primer penalti en la historia de las Copas del Mundo. Una nueva caída y el seleccionado se regresaba con las manos vacías, pero cargadas de experiencia internacional.
La conclusión no fue nada positiva para los nuestros, 4 goles y 13 recibidos dejaron mal situado a México que se quedaba con el puesto 13, mismo número de participantes y en el que se esperaba un poco más. La primera decepción se gestó y los nuestros llegaron con el ánimo por los suelos.
osas anotaba el primer autogol de los Mundiales.