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Mira

21, diciembre 2017 - 11:00

┃ ESTO

Burladero

Por: Marysol Fragoso

Un aire de nostalgia gira en torno a su rostro. La estampa de la mujer española sobresale entre el rojo intenso de las puertas del patio de cuadrillas. Avanza un poco y llega al límite que separa la arena del concreto; ese punto que marca la distancia entre el ruedo y el callejón. Su mirada viaja al pasado y captura. Abrió su corazón valiente para tomar fuerza y continuar avanzando. Realizó un pequeño movimiento con el pie… ¿Acaso la Cruz que dibujan los toreros justo antes de partir plaza para dar inicio al paseíllo? ¿Qui lo sa?

Justo en ese momento los monosabios que riegan el ruedo abren las puertas de manera estruendosa. Un parpadeo rompe la magia y trae de regreso a la realidad a la matadora Cristina Sánchez quien en lugar de avanzar al frente como lo hiciera cada tarde a lo largo de su brillante carrera, se ve obligada a desviar el viaje hacia un costado.

Así, de pronto, la vida le recordó que ya no se encuentra en activo, que su grandeza continúa ahí, pero la dulce ensoñación del toreo para ella no está más en ese lugar en el que fue tan plena y donde logró contagiar con ello a las multitudes.

A lo largo del tiempo, ella ganó un sitio de privilegio en el Olimpo del Toreo, así como el respeto y la veneración de los aficionados. Aunque por ahora debe seguir su vida consagrada para la Fiesta Brava desde otro lugar, no menos importante, no menos responsabilizado, pero falto de la esencia del toreo: el dominio del toro bravo en el albero.

“Ha sido complicado cambiar lo que realizaste con toda la fuerza de tu alma durante muchos años. Es muy complicado volver a ser un ciudadano más porque el mundo del toreo es diferente”, señala la madrileña, quien el pasado domingo, una vez más, convertida en centro de miradas y reflectores, asistió a presenciar la corrida en la Plaza México

Ahí estaba firme y elegante: la única e irrepetible Cristina Sánchez; la mujer que cambió la historia de la tauromaquia mundial. Como antes, hoy y siempre, con la vista frente a frente a los tendidos, En esta ocasión, los de la Monumental de Insurgentes.

Más adelante, colocada en uno de los burladeros del callejón, relató que la semana previa había llegado a la Ciudad de México. Acompañada por su esposo, Alejandro Da Silva, visitó la Basílica de Guadalupe y el Museo de Frida Kalo, así como otros sitios emblemáticos de nuestra ciudad, que años antes no tuvo la oportunidad de conocer o los que acaso pudo visitar, pero no con la calma que era necesaria.

La gente que la observaba desde los tendidos estaba ajena a que la espigada rubia tenía por lo menos 90 minutos más en el coso más grande del mundo. Cristina tomó la precaución de llegar a temprana hora para reencontrarse con sus emociones. Vinieron a ella, los pasajes más brillantes que desencadenó en este coso durante su vida taurina en activo, la cual protagonizó cuando era una jovencita dispuesta a comerse al mundo y por cierto, lo devoró. La actual presentadora de televisión en Europa, se emocionó al sentir de nueva cuenta la forma cómo los aficionados la fueron arropando desde que cruzó la puerta principal, bajó por la rampa y llegó al túnel.

“Antes, recorrer el túnel me parecía larguísimo; lo hacía lentamente porque me ilusionaba. Ahora, lo recorrí con ligereza, pero me sigue ilusionado hacerlo”. Así fue hasta que llegué a la Puerta de Cuadrillas”, dijo con sinceridad. Entonces dejó escapar un largo y profundo suspiro; ese soplo que el corazón únicamente le ofrece al gran amor de la vida. Esa expresión del alma que brota por los sentidos, te llena los ojos de un líquido que nubla la vista, la mente y el sentimiento; un fluido que aunque lo obligues a que no recorra las mejillas, te sabe igual de salado y dulce cuando llega al paladar.

En un momento de la lidia, comentó, “en este país sentí su afición en una manera diferente, pero en La México: viví su intensidad, su cariño y su entrega”. Actualmente, tiene a su cargo varios programas de televisión y proyectos para difundir la fiesta brava, “mi compromiso social con el toro es fuerte, complicado también por los ataques hacia los taurinos pero la alegría de mantener vigente la Fiesta Brava es muy grande porque las nuevas generaciones deben sentir ese involucramiento con los toros”, dijo y en breve espera traer a sus hijos a este país, “que tanto medio” para que aprendan a amarlo con la pasión y la intensidad que lo hace la gente de esta tierra”.

Al verla disfrutar la corrida y tras un regreso fugaz que, como se recordará tuvo por objetivo un tema altruista, amén que sus hijos la vieran torear, uno se pregunta si no habría sido oportuno que realizara una campaña, en lugar de participar en una corrida extraordinaria, a lo que respondió, “prepararse tanto para torear una corrida, merecía la pena valorarlo porque yo estaba lista para torear otras veinte si hubiera sido el caso, pero las cosas salieron perfectas porque era un acontecimiento especial y no había porque cambiar el plan original”. Salió del callejón, a hurtadillas, directo al aeropuerto que la llevaría a otro lado del mundo, acompañada del buen sabor que únicamente los mexicanos son capaces de imprimir a las almas con sensibilidad.