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Mira

27, abril 2017 - 9:12

┃ Fernando Schwartz

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Ricardo Peláez dejará un legado en el América cuando termine su gestión en la presidencia deportiva, al concluir este Clausura 2017. Peláez entró al quite hace cinco años al Nido de unas Águilas que tenían problemas porcentuales y las elevó hasta el campeonato, al grado de ser constantes protagonistas en todas las facetas, siendo por determinación propia que él decidió poner fin a este ciclo, pero dejando la puerta abierta para volver más adelante.

Ricardo, uno de los mejores cabeceadores del futbol mexicano, le puso cabeza al proyecto que encabezó con resultados que son palpables y usted los conoce. Con el mismo ímpetu que peleó cada balón a muerte, con esa misma insignia encabezó un proyecto, donde siempre buscó unión de grupo, concordancia en sus ideas y buscar lo mejor para el América. A veces sus nervios y su forma de ser le hicieron verse agresivo, pero es parte de esa misma esencia que logró darles a las Águilas el empujón que necesitaban para ser mandonas en el balompié nacional, a donde las deja con un título de Liga más que su acérrimo rival Chivas.

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Le tocó estar al frente en el histórico Centenario, donde todo lo que sucedió fuera de cancha, no era responsabilidad de él y en el terreno de juego se consiguió la Liga de Campeones de Concacaf para un segundo Mundial de Clubes, además de ser subcampeón en la final que cambió en un par de minutos frente a Tigres. Nada se le puede recriminar con su ojo para las contrataciones, porque realmente llegaron jugadores de peso. Se la jugó con Sambueza cuando el “Piojo” le pidió y funcionó, por poner un ejemplo. Dio salida a Diego Reyes y Raúl Jiménez a Europa ingresando dinero al club, además que Omar Govea se fue a Portugal.

Foto: Unión Jalisco

Muchos le recuerdan por tener ese ojo clínico en contratar al “Piojo” que cambió totalmente a las Águilas, que se embolsaron al público con su futbol espectacular y que fue apoteósico cuando ganó ese campeonato frente a Cruz Azul. El “Piojo” salió por la Selección y rescató el Mundial de Brasil 2014. Ricardo también jugó un papel importante en la reconstrucción del Tricolor. Su capacidad directiva en el balompié quedó demostrada en estos cinco años con las Águilas, que ahora tienen un hueco grande que llenar en esa presidencia deportiva, donde los números, con una alta porcentual, más la obtención de objetivos han dejado la vara alta de un hombre que triunfó en la cancha y alrededor de ella, con su entrega y compromiso deja un legado en la dirección de los Águilas al vuelo y triunfador.

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América está en la puerta de su Liguilla. No es fácil en cinco años de gestión acumular este número de continuidad y siempre estar peleando por la supremacía. Ha sabido hacer equipo con La Volpe y por más cosas que se le cuestionen en los ciclos de Antonio Mohamed y Gustavo Matosas, él está para cuidar los intereses del club y fue lo que hizo con la camiseta bien puesta, siendo institucional, acatando el abolengo de lo que es América.

Ricardo se va por la puerta grande, partiendo plaza, por decisión propia y porque él comprende que este ciclo debe cerrarse en este momento para dar lugar al pensamiento, al descanso, a despresurizar la olla express que es estar al frente del conjunto más polémico de México, el América, el de “Ódiame Más”, el de las Águilas con vuelo turbulento, donde Peláez supo navegar en las nubes para dejar un legado en su partida.

 

 

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