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Mira

5, febrero 2017 - 9:49

┃ Miguel Ángel Mujica

Nota-Fut-Zotoluco-

 

Se fue como autentica figura del toreo, con los máximos honores que vienen a ser el amor y entrega de todos los presentes.

Eulalio López “Zotoluco” puso punto final a su carrera. No tuvo los mejores toros como para lucir en grande, pero sí lo óptimo para demostrar su poderío y mando. Arete, Voy y Vuelvo y Toda una Historia fueron los tres últimos toros que el maestro lidió en la Plaza México.

Su retiro estuvo enmarcado con el arte que regó su amigo, el valenciano Enrique Ponce, con quien alternó por última vez. Si bien Eulalio no tuvo tela, el diestro hispano redondeó la tarde con su artístico toreo.

Adiós Maestro “Zotoluco”, se leía en una manta que adornó el ruedo. Y a las 16:30 horas salió la figura, confeti y serpentina cayeron sobre su montera.

Brindó su primer toro al público; el segundo a sus apoderados, el matador Alejandro Silveti y Alonso Cuevas. El tercero a su esposa Lety y sus hijos, Álvaro y José María.  

Los momentos que escenificó “Zotoluco” fueron verdaderamente sentidos y emotivos; toreaba el maestro y desde las alturas se desgranaban las notas de Las Golondrinas, mientras que al unísono el publico

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Fernando de la Mora

Arete, no era le mejor de hechuras ni el mejor para lucir; rajado y deslucido. Pitos.

Venadito, con bravura y calidad, arrastre lento.

Voy y vuelvo, empujó con fuerza. Regular.

Rumba Muros, haciendo honor a su nombre tumbó al caballo de la contra querencia al arrancarse desde los medios. Rajado, de buena casta.

Toda una historia, precioso el toro, regular.

Aroma de azar,

Las porras entregaron reconocimientos.

Al tercio en sonora ovación.

 

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Zotoluco, tras brindar al público, de hinojos con sello chintololo, luego lances a la verónica. Y no fue el mejor toro, limitado de recorrido. El maestro lo fue esperando hasta que lo metió en la canasta. Vaya arrimón que se dio el diestro ante las pésimas condiciones del animal. Eulalio le embistió en la detención de la palabra, mientras el toro echaba pasó atrás, Zotoluco lo hacía para adelante, obligando al marrajo a embestir. Y vaya muletazos de mucho mérito que extrajo. Y dicho, el toro termino rajado ante el poderío del matador. Pinchazo y estocada, aplausos. Pitos al toro.

Al tercio Cristian Ortega por su impecable labor.  Brindo a sus apoderados. Faena por ambos lados ante un toro que tuvo poca transmisión y salía con la cara arriba. El diestro le sacó provecho y dejo pasajes muy toreros y de una valía grande. Estocada para oreja.  Tras la vuelta saco al tercio al picador, quien se despidió de igual manera.

Dos largas cambiadas y luego chicuelinas de buen corte. Bregó al pasó por chicuelinas. Brindó a su esposa Lety y su hijo José María. Luego se fue de hinojos a cuajar sus primeros pases. Luego el público le despidió al unísono con las notas de Las Golondrinas; los tendidos de la plaza se iluminaron con las luces de los teléfonos, como luciérnagas. Lagrimas brotaron, el torero daba sus últimos muletazos. Todo lo que hacía en el ruedo era lo último que haría vestido de luces. Y hubo de todo para hacer por última vez todo, pinchazo, estocada, pinchazos y un aviso. Pitos al toro. Los niños de su fundación, su mariachi fueron a despedir al maestro. Alvaro y José María le cortaron la coleta, Lety observó desde la barrera. Palomas blancas emprendieron el cielo tras levantar la coleta el maestro luego de fundirse en un abrazo con sus hijos, para dar la vuelta entre gritos de torero. Al final, Subalternos y Ponce aventaron sus monteras como señal de reconocimiento. De torero a toreros.

Enrique Ponce, tras diez puyazos en uno lanceó con suavidad por verónicas. Se dio a torear cuál sinfonía. Por derecha y al natural Ponce cinceló una obra sin par. Pita en estética arte y calidad. El toro se empleó muy bien, yendo a menos, pero en la mayoría de su paso colaboró para la pintura que dibujaba el valenciano. La locura se desató todavía más al ejecutar sus Poncinas que le salieron de postal. Y entonces él coso se volteó y los gritos de torero se desgranaron. Estocada, dos orejas y arrastre lento al toro.

Ante todo pronóstico en contra Ponce brindo su segunda faena. El toro se mostró incierto desde su salida. Y más que eso, rajado. Pero frente al palco de la empresa Ponce obligó a su socio a embestir hasta extraer tandas de un valor único. Y la estética y arte volvieron a brillar, Enrique encumbró nuevamente su presencia al detener el tiempo y con la mano muy muy abajo. Ponce continuo obligando al toro e incluso este quiso brincar a esas alturas de la faena, pero nunca le quedó más que sucumbir al arte del valenciano, que enmarcó al toro como el mejor. Nuevamente los gritos de torero fueron enserdocedores. Fue una verdadera lástima que se diera a pinchar. Dos avisos, división de opiniones al toro y fuertes aplausos a Ponce en el tercio y le obligaron a dar la vuelta.

En la lidia del cierra plaza el viento se soltó, el toro no embistió y ahí quedó la cosa. Ponce dejo detalles de excelente trazo

 

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