5, febrero 2017 - 9:49
Nota-Fut-Zotoluco-
Se fue como autentica figura del toreo, con los máximos honores que vienen a ser el amor y entrega de todos los presentes.
Eulalio López “Zotoluco” puso punto final a su carrera. No tuvo los mejores toros como para lucir en grande, pero sí lo óptimo para demostrar su poderío y mando. Arete, Voy y Vuelvo y Toda una Historia fueron los tres últimos toros que el maestro lidió en la Plaza México.
Su retiro estuvo enmarcado con el arte que regó su amigo, el valenciano Enrique Ponce, con quien alternó por última vez. Si bien Eulalio no tuvo tela, el diestro hispano redondeó la tarde con su artístico toreo.
Adiós Maestro “Zotoluco”, se leía en una manta que adornó el ruedo. Y a las 16:30 horas salió la figura, confeti y serpentina cayeron sobre su montera.
Brindó su primer toro al público; el segundo a sus apoderados, el matador Alejandro Silveti y Alonso Cuevas. El tercero a su esposa Lety y sus hijos, Álvaro y José María.
Los momentos que escenificó “Zotoluco” fueron verdaderamente sentidos y emotivos; toreaba el maestro y desde las alturas se desgranaban las notas de Las Golondrinas, mientras que al unísono el publico
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Enrique Ponce, tras diez puyazos en uno lanceó con suavidad por verónicas. Se dio a torear cuál sinfonía. Por derecha y al natural Ponce cinceló una obra sin par. Pita en estética arte y calidad. El toro se empleó muy bien, yendo a menos, pero en la mayoría de su paso colaboró para la pintura que dibujaba el valenciano. La locura se desató todavía más al ejecutar sus Poncinas que le salieron de postal. Y entonces él coso se volteó y los gritos de torero se desgranaron. Estocada, dos orejas y arrastre lento al toro.
Ante todo pronóstico en contra Ponce brindo su segunda faena. El toro se mostró incierto desde su salida. Y más que eso, rajado. Pero frente al palco de la empresa Ponce obligó a su socio a embestir hasta extraer tandas de un valor único. Y la estética y arte volvieron a brillar, Enrique encumbró nuevamente su presencia al detener el tiempo y con la mano muy muy abajo. Ponce continuo obligando al toro e incluso este quiso brincar a esas alturas de la faena, pero nunca le quedó más que sucumbir al arte del valenciano, que enmarcó al toro como el mejor. Nuevamente los gritos de torero fueron enserdocedores. Fue una verdadera lástima que se diera a pinchar. Dos avisos, división de opiniones al toro y fuertes aplausos a Ponce en el tercio y le obligaron a dar la vuelta.
En la lidia del cierra plaza el viento se soltó, el toro no embistió y ahí quedó la cosa. Ponce dejo detalles de excelente trazo