3, octubre 2014 - 10:06
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POR DANIEL CHANONA / CORRESPONSAL
MADRID, España.- Habitualmente no se ocultan las rencillas cuando un blaugrana se tiñe de blanco… pero no es su caso, él fichó por los culés y así mudó sus ilusiones a la justa americana en el año 2011. Ni un bote concedió en suelo catalán.
Gustavo Ayón llega al Real Madrid con la vitola de “estrella”, no obstante proyecta madurez en su discurso. Ayón es sensato e incluyente. En Pozuelo de Alcorcón, municipio a distancia corta de la capital española, ya vestido de claro atiende a la OEM, horas previas a su reaparición en la Liga Endesa.
Tres partidos ha jugado con el quinteto que dirige Pablo Laso. Contra el Barcelona, en la Final de la Supercopa, saltó de arranque con apenas dos días de haberse incorporado al plantel. Y respondió. Esa misma noche ya posaba junto a su primer título de la temporada. Redonda bienvenida. El “Titán” ganó confianza.
España lo recuerda bien. En su estancia más reciente como jugador de la ACB fue un base exquisito que llamó fuerte la atención. Tres años más tarde, luego de probarse en los Estados Unidos, ha vuelto: “La NBA te da experiencia. Competir todos los días con grandes basquetbolistas te enseña a leer mejor el juego, así llego. Muy contento, por ahora con la mente puesta en el domingo contra el Gran Canaria. Vamos partido a partido”. Y no es Simeone ni el Atleti, es la esencia del causa y efecto.
BUSCA ESTABILIDAD
“Tuve opciones para ir a la NBA, pero he decidido venir a Madrid porque conozco el país y la liga. Mi estancia con el Fuenlabrada fue muy feliz, y no lo pensé mucho cuando se me presentó la oportunidad de jugar con un grande como el Real Madrid. Tuve que tomar una decisión para buscar una estabilidad como jugador, dentro y fuera de la cancha”, confiesa el pívot nayarita.
Ayón evade el protagonismo: “El equipo es el que tiene que responder. Un jugador no puede marcar tanta diferencia. Si pensamos que juntos vamos a lograr los objetivos, seremos mejores; pensar que sólo un jugador marcará la diferencia es de mediocres”, dicta con severidad.
Y añade: “Hay que trabajar para que nosotros podamos estar en la cima de la liga. No hay que pensar en los demás, sólo en el equipo. No hay que prestarle demasiada atención a los rivales. Se tiene equipo para grandes cosas, pero el trabajo diario es el que te pone en las finales”, analiza, comprometido con solventar las presiones propias de la Euroliga y la obtención (negada) del cetro liguero.
ORGULLOSO
En la que supone ser la institución deportiva más trascendental del orbe radican, a la par, Gustavo Ayón y Javier Hernández. Ambos recién llegados, ambos con el dorsal 14, ambos referentes, ambos… en el Real Madrid: “Es un orgullo estar aquí, y si de paso hay dos mexicanos ¡que no se diga más! Los mexicanos deberíamos de sentirnos orgullosos de contar con esta clase de jugadores y de personas. Toda la vida he jugado con el número 14, al igual que ‘Chicharito’, así que es una grata coincidencia”, se emociona.
DUDA EN VOLVER AL TRIcolor
Finalmente es cuestionado por la destitución de Sergio Valdeolmillos como seleccionador del Tricolor ráfaga: “Es un tema del que no me interesa hablar mucho porque es bastante delicado”, pero accede, “realmente no estoy de acuerdo con la decisión, pero yo no mando en el basquetbol en México. Acataré lo que se haga, sin embargo, mi punto de vista es negativo, no lo acepto, no veo con buenos ojos la destitución de una persona que ha hecho tantas cosas importantes por el basquet en nuestro país”, opina inconforme. Enseguida clava la mirada en el suelo y atento escucha el tema restante.
-¿Acudirías a un nuevo llamado?
“No… no lo sé”, responde, “depende de muchas cosas. De mi familia, por ejemplo, a la que no le he dedicado tiempo en los ocho años que he jugado con la Selección. Son muchas razones, no necesariamente que esté Sergio (Valdeolmillos) o no”. Carpetazo del “Titán”. Con los “merengues”… acepta el reto.