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14, noviembre 2016 - 12:14

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Nota-Fut-luis-tejada

POR JOSÉ ÁNGEL PARRA

El  pasaje data del 30 de marzo de 2005. Historias de Panamá, una plaza que se le ha negado al futbol mexicano. Inesperadamente el balón aterriza dentro del área Tricolor. De espaldas a la portería, con la marca de dos hombres, Luis Tejada baja la de gajos con el pecho, y sin dejarla caer, domina con rodilla y pie antes de soltar una espectacular chilena que techa al mismísimo Oswaldo Sánchez.

La joya, decretada al minuto 74, en el estadio Rommel Fernández, ayudaría a Panamá a rescatar el 1-1 contra México, que había tomado ventaja vía Ramoncito Morales (27’). Pieza de una colección del rompecabezas que marca el crecimiento del futbol canalero en el área de Concacaf.

Aquella noche se vería interrumpida la ruta perfecta del estratega argentino Ricardo La Volpe, quien había prometido clasificar a México “caminando”, y al final cumpliría sin muchas dificultades.

Casado con figuras de la talla del guardameta Oswaldo Sánchez, los defensas Salvador Carmona, Carlos Salcido, el legendario Rafael Márquez y Ricardo Osorio, además de recuperadores como Pavel Pardo o el ingenio del naturalizado Antonio Naelson “Sinha” y la efectividad de Jared Borgetti, el “Bigotón” utilizaría –ese día– al ídolo Cuauhtémoc Blanco, a quien terminaría por sustituir al minuto 59, por el ahora yerno de La Volpe, Rafael “Chiquis” García. El ajuste le daría la iniciativa a la casa.

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El “Matador” Tejada, quien en alguna otra ocasión “vacunaría” al Tricolor, en el mismísimo estadio Azteca, sellaría su incursión al balompié nacional años después. Los Diablos Rojos del Toluca adoptarían al ariete panameño.

Sin embargo, nunca como aquel 2005, el mejor año para el delantero canalero, quien sería consagrado meses más tarde como el jugador más valioso de la Copa de Oro.

Aún hoy los panameños presumen la maniobra del “Matador”. Forma parte de la memoria popular. No sería mediante algún triunfo, pero el hecho de igualar con la mejor Selección Mexicana que se recuerde, la última versión del “Gigante de la Concacaf”, basta y sobra para decretar la valía de aquella joya.

Relatos de una plaza siempre difícil de conquistar. Aún hoy, aún siempre.