12, octubre 2016 - 10:59
nota-zamorano-bambam
Corría el año 2000 cuando Iván Zamorano llegó al América como una de las cartas importantes de la directiva de ese entonces, para tratar de romper el ayuno de tantos años sin ser campeón. La expectativa fue mayúscula, un delantero de talla internacional llegaba a México para enrolarse con el club más mediático. La combinación fue una auténtica bomba.
Todo esto fue recordado por el propio “Bam Bam” durante su visita a ESTO, en donde platicó en exclusiva sobre lo que representó para él llegar a las Águilas en un momento complicado de su carrera profesional.
“Mi llegada al América tiene que ver con algo sumamente importante en mi vida, porque fue un cambio radical desde el punto de vista deportivo y personal. En el Inter de Milán había cosas que ya no me gustaban, de hecho, en algunos partidos había sido suplente y necesitaba un cambio”, explicó, y añadió que “vino una conversación con Fabián Estay, en donde me comentó que Javier Pérez Teuffer, Héctor González y Alejandro de Haro, que era en ese momento la directiva, querían contar conmigo. Ahí empezamos a conversar y se dio la posibilidad de llegar al América”.
También puedes leer: Carlos Reinoso, el máximo emblema
La determinación del ahora ex delantero chileno no fue sencilla, ya que contaba con otras ofertas en el viejo continente, además del atractivo económico de ligas como la de Estados Unidos y Japón. Sin embargo, eligió América, por el reto que podría implicar en su carrera.
“Para mí fue una decisión difícil, porque yo tenía en ese momento otras oportunidades en Europa, Japón, Estados Unidos, pero elegí América, porque era un nuevo desafío al conocer la historia, ver que tenían mucho tiempo sin ser campeones”, comentó, mientras hizo énfasis en la promesa que hizo a su llegada a México, misma de la que no dimensionó inicialmente la repercusión que tendría.
“La primera conferencia de prensa que yo hago en el aeropuerto dije que no me iba a ir de México sin ser campeón con América, y al final me di cuenta que era una frase muy fuerte, pero era un objetivo y una meta que me propuse. Después de un tiempo me di cuenta que no me equivoqué. Elegí el lugar justo para recuperar un poco mi fuerza, la alegría por el futbol. Fueron dos años inmensos y maravillosos por los que siempre estaré agradecido a la institución, sus dirigentes, aficionados y mis compañeros. Fue un honor y un orgullo jugar en América”, sentenció.