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Mira

2, octubre 2016 - 10:52

┃ Alfonso Ruiz

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Había llegado la hora. El corazón de la Ciudad de México le abría las puertas al legendario Roger Waters. En el Zócalo capitalino no cabía un alma más y el lado opuesto de la luna, de pronto, se reflejaba en las pantallas. El viaje había comenzado.

Una atmósfera espacial centraba las miradas en el escenario. Llegaron las 8 pm y la oscuridad se adueñó del centro de la Ciudad. Roger Waters se presentaba ante su público. Breathe abría el recital, ¡qué manera de hacerlo! El público volaba con el músico inglés.

¡Hola!, bienvenidos, dijo. Mientras una lluvia pegaba con todo, pero no desanimaba. El músico interpretaba temas de una de sus obras más reconocidas, Dark Side of the Moon. El tiempo se detuvo por un momento: era tiempo para hablar del dinero. Llegó Money.

La capital del país vivía uno de esos momentos que quedarán en la historia. El miembro de una de las bandas más influyentes de la música moderna se presentaba de manera gratuita en un lugar histórico. Qué mejor escenario que la Plaza de la República.

No podía faltar el nombre de Syd Barret, a quien le rindieron honores con Shine on you Crazy Diamond. Fue una locura. De ahí las notas del álbum Wish You Were Here se apoderaban de la multitud que se envolvía en un momento de nostalgia.

Comenzaba una tercera parte del concierto. En Pigs descargó contra Trump. La ovación no se hacía esperar por la audiencia. Acompañado de imágenes del candidato republicano, un cerdo inflable colgaba de en medio de las torres que ilustran el álbum Animals y que aparecieron en las pantallas.

Un cúmulo de emociones envolvieron la plancha del Zócalo cuando se habló del muro. Another Break in the Wall representó uno de los puntos más altos para los que abarrotaron un recital inigualable.

Es difícil elegir el climax del concierto. Por muchos instantes, la plancha del Zócalo se convirtió en un delirio multitudinario. No fue solo con una canción, fueron diversas las que colmaron las expectativas de las casi 100 000 personas que abarrotaron el zócalo

Luego interpretó Comfurtably Numb con lo que cerraba una presentación magistral en la principal plaza pública del país. Waters no dejó nada a desear y complació a un público que estaba enardecido.

Al grito de ¡Viva México, cabrones!, El mítico compositor de Pink Floyd se despedía de México, quien atado a su bajo no dejó de sorprender. Una bandera mexicana cubría su dorso y decía adiós. Difícilmente un evento de esta calidad regrese al Zócalo de la Ciudad. Pero con la música nunca se sabe.